Boris Becker está viviendo una auténtica pesadilla. La leyenda del tenis mundial ha comenzado a cumplir su condena a dos años y medio de cárcel en uno de los peores centros penitenciarios existentes, la prisión victoriana de HMP Wandsworth. Ratas, drogas, violencia, problemas en las duchas, bichos, superpoblación... son algunos de los problemas que sufrirá Becker en su cruda realidad actual.
El ganador de seis torneos Grand Slam fue declarado oficialmente culpable de ocultar activos y préstamos por un valor de hasta tres millones de euros. El extenista se declaró en bancarrota en el pasado año 2017, ocultando sus activos y préstamos para no tener que pagar sus deudas, que alcanzaban ya una cifra cercana a los 60 millones de euros.
A sus 54 años de edad, el alemán deberá pasar, como mínimo, un año y medio en la cárcel para poder optar posteriormente a la libertad condicional. De acuerdo con la información del medio 'Daily Mail', la prisión conocida como 'Wanno', es un centro penitenciario de 170 años de Categoría B y que se encuentra superpoblada y en pésimas condiciones.
"Ratas, violencia endémica, abuso de drogas desenfrenado y presos que están encerrados en sus celdas durante 22 horas al día: así es la vida dentro de la prisión victoriana en ruinas que Boris Becker ahora llamará hogar", apuntan Jake Ryan y Mark Hookham en 'The Mail On Sunday'. La cárcel es para 1.300 reclusos y está muy relacionada con las drogas y los problemas de salud mental.
Muchos presos están encerrados hasta 22 horas en la que es ""una de las peores prisiones del Reino Unido". En los dos últimos años, los funcionarios de prisiones se vieron obligados a recurrir al uso de la fuerza hasta en 1.295 ocasiones. Becker está en una sala con seis duchas para 86 celdas, en las que puede haber hasta seis presos en cada una.
El extenista alemán deberá pasar, al menos, 15 días en esta prisión para poder pasar después a una cárcel de Categoría C, con menos seguridad. El conocido cineasta Chris Atkins, antiguo preso de Wandsworth, describió la cárcel en uno de sus libros: "Gritando, golpeando, gritando, gruñendo, ladrando, amenazando, despotricando, riendo, gimiendo, discutiendo, peleando, aullando, llorando".
"Es como si alguien hubiera descargado todos los efectos de sonido y los estuviera reproduciendo a todo volumen a la vez. El ala de la recepción parece que tuvo una reforma por última vez en 1895 cuando Oscar Wilde estuvo aquí... encarcelado por homosexualidad", añadió.
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"Los presos en su mayoría parecen tener una enfermedad mental grave, estar locos por las drogas o ambos. Wandsworth es una prisión muy violenta, pero si mantienes la cabeza gacha y no te involucras en drogas, deudas y toda la política de las galerías, en realidad no es tan peligroso", sentenció Atkins.