Más de 23.000 fans recibieron en el estadio Arthur Ashe a Rafa Nadal, claro favorito del público, con una sonora bienvenida, mientras que la acogida del ruso, que ha protagonizado varios enfrentamientos con los asistentes del Arthur Ashe, fue bastante más insípida, salpicada de algunos abucheos.
En su debut en una final de un Grand Slam, Medvedev, número 5 del mundo, mostraba la que se considera una de sus mejores armas, su templanza y estabilidad, devolviendo prácticamente todos los misiles de Nadal, lo que le llevó a hacerse pronto con su primer break, en el tercer juego del partido.
Pero le duró poco la ventaja al ruso de 23 años, que perdió su servicio y acto seguido entregó un juego en blanco a un Nadal de potentes saques y precisos derechazos a la línea de fondo.
En sólo el segundo encuentro entre estos dos tenistas, Medvedev se agarró a un juego de ataque con constantes dejadas y subidas a la red inmediatamente después de su servicio, una estrategia que le permitía mantenerse a la par con Nadal en la primera hora de partido pese a los latigazos del español, que jugó este domingo su final de un Grand Slam número 27.
Sin embargo, un exceso de confianza traicionó a un Medvedev que mostraba un juego valiente, y cedió el décimo segundo juego al español, con el que completó la primera manga.
Las jugadas protagonistas del set: varios intercambios rápidos de voleas en la red, dominadas en la mayoría de los casos por Medvedev, el finalista del Abierto de EEUU más joven desde Novak Djokovic en 2010.
Ya en el segundo set, fueron los propios errores del ruso, que empezó a fallar con su primer servicio, los que allanaron el camino a Nadal, que pisó el acelerador y volvió a romper el saque de su contrincante en el sexto juego, para hacerse con esa manga en menos de 50 minutos.
Tras asegurarse dos de los tres sets necesarios para declarar su victoria, Nadal se mostró seguro de sí mismo, pero su rival reaccionó con la frialdad que le caracteriza y consiguió adelantarle en el sexto juego de la tercera manga.
Con una racha de 7 puntos seguidos, la autoestima de Medvedev subía como la espuma, y superaba definitivamente al de Manacor, al que movía de un lado a otro de la pista, tras hacerse con dos juegos consecutivos.
Aunque llevaban ya tres horas de partido, los primeros minutos de la cuarta manga se convirtieron en un guerra abierta entre los dos jugadores, con intensos y largos intercambios, como las 25 bolas que se intercambiaron en un punto del sexto juego, que se acabó llevando Nadal tras un fallo de su rival. Medvedev lució entonces su mejor tenis, llevando de un lado a otro de la pista al mallorquín con ajustadísimas bolas que le descolocaron y drenaron su energía y que le dieron al ruso un set más, empatando el partido dos a dos.
En el quinto set, marcado por una polémica amonestación a Nadal por agotar el tiempo reglamentario para sacar, la consistencia que mostró de nuevo el de Manacor, pese a haber perdido las dos anteriores mangas, marcó la pauta. El ruso se resistió hasta el final en un encuentro de infarto con golpes magistrales, pero un último error no forzado le dio un ajustadísimo partido al mallorquín.
Esta fue la tercera final de Grand Slam de la temporada de Nadal, de 33 años, tras haber llegado ya esta temporada a las últimas fases de Roland Garros, torneo que ganó, y el Abierto de Australia, que perdió ante Djokovic.