El nadador paralímpico Ariel Schrenck estaba entrenando en la playa de Sant Pol (Girona), cuando se vio sorprendido por dos tiburones a apenas cien metros.
Fue su madre quien le advirtió desde la orilla. "Paro a recuperar el aire y veo que mi madre me está gritando como una loca", cuenta en 'Jugones'.
"Me concentré en poder gritarle, hacer que saliera del agua. El miedo en ese momento te invade", relata Carolina, su madre, la primera en percatarse que su hijo nadaba cerca de estos dos tiburones.
"En ese momento me entró un pánico terrible en el cuerpo y empiezo a nadar como loco", continúa Ariel.
"Creo que estaba cien metros mar adentro, a cien metros de la orilla. Han sido los cien metros en los que más me he dejado el alma nadando", señala.
Al llegar a la orilla, una vez pasado el peligro, el nadador se tumbó en la arena, aliviado y exhausto, tras evitar lo que pudo convertirse en una tragedia.
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