Sergio Fernández, entrenador del ADA Calvià de atletismo, se quedó atrapado en Marruecos en plena crisis del coronavirus. El deportista fue allí junto con su equipo para preparar en altura los Juegos Olímpicos, y al haber un positivo en su avión tuvieron que quedarse en cuarentena y entrenando en casa.
"Me llamó la Policía porque hubo un positivo en nuestro avión", dice un Sergio Fernández que además padede una enfermedad del riñón.
Catorce días estuvo buscando la medicina que necesita para tratarla: "Decía a las autoridades que o salía con el medicamento o con los pies por delante".
Cuando por fin logró su medicación, se encontraron con otro problema: "Se cerraron las fronteras de Ceuta y de Melilla".
Afortunadamente, ya está en su casa en Mallorca: "No puedo hacer más que dar las gracias".
No es la única historia que se ha frustrado con respecto al deporte en estos tiempos de coronavirus. Un matrimonio del Espanyol iba a dar la vuelta al mundo, pero al final su sueño se ha quedado en nada.
Además, tampoco pudieron hacer otra cosa que saludar desde un barco en el que siguen navegando al presidente de la peña periquita en Australia.