24 de diciembre de 1914. La Primera Guerra Mundial había comenzado hace unos meses y en Ypres, Bélgica, se vivía una parte importante del conflicto.
Metidos en las trincheras, con el frío como inseparable compañero. De repente, desde el bando de los aliados se vieron sorprendidos por un cántico que llegaba desde el bando alemán.
Era el villancico 'Noche de paz' ('Stille Nacht'), canción a la que se unieron los aliados y sirvió para llenar de espíritu navideño una escena de guerra total.
Entre la niebla, vieron el lado alemán decorado con árboles de Navidad. No muy decorados, bastante simples pero enormemente simbólicos. En sus trincheras tenían un generoso regalo de Navidad cortería de Guillermo II en forma de salchichas, licor y pan.
Con la incertidumbre y el miedo metido en los cuerpos de todos los soldados allí presentes, se escuchó a varios alemanes animando a los aliados a acercarse a sus trincheras. La sorpresa era total, pero varios decidieron dar el paso... y se produjo el milagro navideño.
Los que eran enemigos se saludaban, se contaban sus vidas y se repartían la comida. Pronto apareció un balón para jugar al fútbol, se jugó un partido que quedó para la historia. Según se cuenta, los alemanes ganaron ese partido 3-2.
Una paz muy criticada
No sólo se jugó al fútbol. Los villancicos siguieron cantándose en armonía y ambos bandos se ayudaron a la hora de enterrar a sus muertos. Los altos mandos criticaron lo ocurrido, ni siquiera se hizo caso al ruego del Papa Benedicto XV de parar la guerra en Navidad.
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Fue la paz que vivieron durante unas horas, un espíritu navideño que no impediría que la guerra continuase hasta 1918. Pero ese día, el 24 de diciembre de 1914, quedará en el recuerdo como el día en el que aliados y alemanes cantaron y disfrutaron por unas horas.