El Banco de España ha incrementado 0,3 puntos porcentuales su previsión de crecimiento de la economía en 2023, hasta el 1,6 %, mientras que ha rebajado 1,2 puntos la tasa de inflación media, al 3,7 %, respecto a las anteriores proyecciones, debido principalmente al abaratamiento del componente energético.
De acuerdo con las proyecciones macroeconómicas de la economía española para el periodo 2023-2025, publicadas este miércoles por la entidad, el producto interior bruto (PIB) recuperará su nivel previo a la pandemia en el segundo semestre de este año.
El aumento de tres décimas en la previsión del PIB para 2023 se explica por el crecimiento mayor de lo esperado en 2022, por la mejora de las perspectivas de la actividad a escala global (tras la apertura de la economía china), por la intensificación del crecimiento de la afiliación a la Seguridad Social y por la recuperación de la actividad turística.
Todo ello, así como la mejora de la percepción de las empresas acerca de la evolución de su facturación en el primer trimestre de 2023, compensaría el impacto negativo asociado al alza de los tipos de interés, según explica la entidad. La demanda nacional (consumo e inversión) aportaría un punto porcentual al crecimiento del PIB y la demanda externa (exportaciones e importaciones) contribuiría con 0,6 puntos.
La previsión del consumo privado disminuye siete décimas y pasa del 1,9 % al 1,2 %, una "apreciable debilidad" que se basa en "las aún elevadas presiones inflacionistas, el continuado endurecimiento de las condiciones financieras y los menores colchones de ahorro disponibles", detalla el Banco de España.
Para 2024, el crecimiento previsto se revisa a la baja en 0,4 puntos porcentuales, hasta el 2,3 %, mientras que se mantiene sin cambios el correspondiente a 2025 en el 2,1 %.
Inflación a la baja, salvo en los alimentos
La entidad revisa a la baja la tasa de inflación media en 2023, hasta el 3,7 %, 1,2 puntos porcentuales menos respecto a las anteriores proyecciones, debido a "la significativa reducción de los precios de los bienes de consumo energéticos en los últimos meses". Para 2024 prevé que la inflación media se sitúe en el 3,6 %, mientras que en 2025 bajaría en mayor medida, hasta el 1,8 %.
Respecto al componente subyacente de los precios (sin contar energía ni alimentos no elaborados), su reducción se prevé "más lenta" y las dinámicas más recientes apuntan a que "empezará a moderarse en torno a la primavera", para situarse en el 3,9 % de media este año y desacelerarse hasta el 2,2 % en 2024 y el 1,8 % en 2025.
De hecho, el organismo ha revisado al alza su previsión de inflación promedio de los alimentos para 2023, desde el 7,8% pronosticado el pasado mes de diciembre al 12,2% estimado ahora. El organismo calcula que en enero la rebaja del IVA restó dos décimas a la inflación general.
"Esto es coherente con una traslación del 90% aproximadamente de la rebaja impositiva a los precios de consumo, que se mantiene en febrero", ha explicado Gavilán.
Esta "ralentización progresiva" de la inflación subyacente se sustentará en el desvanecimiento de las distorsiones que persisten en las cadenas globales de suministro, en el impacto gradual del endurecimiento de la política monetaria (subida de tipos) y en la progresiva traslación de las reducciones de los costes energéticos a los precios del resto de bienes y de servicios.
La tasa de paro apenas varía
La previsión de crecimiento del empleo (medido en horas) para este año sube tres décimas, al 0,9 %, en tanto que la tasa de paro solo mejora dos décimas y se sitúa en el 12,7 % en 2023, el 12,3 % en 2024 (una décima más) y el 12 % en 2025 (se mantiene igual).
Respecto al déficit público, bajará al 4,1 % del PIB en 2023, al 3,5 % en 2024 y volverá a subir al 4,4 % del PIB en 2025, mientras que la deuda pública se reducirá este año al 111,1 % del PIB, en 2024 al 108,8 % y en 2025 al 109,9 %.
El informe aclara que estas proyecciones terminaron de elaborarse a principios de marzo, antes de la reciente aparición de tensiones en los mercados financieros internacionales, e insiste en el contexto de incertidumbre muy elevada, por lo que existe un riesgo "a la baja en términos de la actividad económica", aunque aparecen "equilibrados" con respecto a la inflación.