En un contexto de crisis habitacional, la compra-venta de casas se ha convertido en un terreno hostil para muchos. Desde 2008 hasta 2020, casi la mitad de las compras de vivienda fueron realizadas por individuos o empresas que poseen más de ocho propiedades. Este fenómeno ha permitido que un pequeño grupo controle el mercado, elevando precios tanto en la venta como en el alquiler, y dificultando el acceso a la vivienda para la mayoría de la población.
Un claro ejemplo de esta problemática es la situación del hijo de Juani, quien se encuentra ante un escenario desolador: "No puede pagar un piso, no tiene dinero de una entrada", lamenta su madre. Detrás de este drama cotidiano se encuentran los verdaderos responsables: aquellos que, con un gran número de propiedades en su haber, acaparan casi la mitad de las compraventas.
Ramón Balsells, del Grupo Balsells, confirma esta tendencia al afirmar que "compran un stock importante", lo que deja el mercado prácticamente inaccesible, con una oferta limitada y precios exorbitantes. Por su parte, Javier Palomera, investigador de IDRA, señala que "el mercado de la vivienda está secuestrado por fondos y multipropietarios", una situación que se agrava con el creciente número de propietarios que poseen ocho o más viviendas, el cual ha aumentado un 20% en los últimos años.
Estos compradores suelen ser aquellos que no requieren financiación, lo que les da una ventaja competitiva. "Suele haber muchos compradores de contado, que no necesitan financiación", advierte Palomera, subrayando las dificultades que enfrentan los jóvenes y las familias de clase media.
Desde el Instituto de Investigación Urbana se proponen soluciones para mitigar esta crisis, como transformar los pisos turísticos en viviendas de alquiler y establecer regulaciones que permitan que solo quienes realmente vayan a residir en la propiedad puedan adquirirla.