Lo primero que debemos hacer para tomar el control de nuestro gasto energético es asegurarnos de que no tenemos contratada más potencia de la que necesitamos. La potencia contratada es la cantidad de kilovatios y, en definitiva, de energía que podemos conectar en nuestra casa.
Esta debe estar ajustada al tamaño de la casa y al uso que hagamos de los electrodomésticos en el día a día. Cuanta mayor sea la potencia, mayor será el precio. Por eso, es recomendable no pagar más de la que vayamos a usar.
El segundo paso es un poco más complicado ya que supone modificar nuestros hábitos. El precio de la electricidad se establece en base a la oferta y la demanda del mercado mayorista, variando cada día y cada hora. Suele ser más alto en las horas centrales del día y más bajo durante la noche y queda publicado en la Red Eléctrica de España, accesible para los ciudadanos a través de su página web.
Por ello, lo ideal es hacer uso de los electrodomésticos en el momento del día en el que el precio de la energía sea más asequible. Las primeras horas horas de la mañana son las mejores para realizar algunas tareas del hogar antes de ir a trabajar o salir de casa. También las últimas horas del día que pueden ser aprovechadas para poner el lavavajillas lleno de todo el día, o la lavadora (eso sí, evitando usar programas de agua caliente). Se recomienda así programar estos aparatos para que funcionen durante las horas más baratas.
Las compañías eléctricas, además, ofrecen tarifas con "discriminación horaria". Diferencian entre las horas valle, comprendidas entre las 22.00 y las 12.00, que son las más económicas, y el resto del día, que son horas punta, cuando el precio se encarece el doble. Son muy recomendables si estamos seguros de que usaremos los electrodomésticos de alto consumo durante la noche y las primeras horas del día.
Además, es muy importante no dejar los dispositivos enchufados si no es necesario. Muchos acostumbramos a dejar conectados permanentemente los portátiles, los cargadores de teléfonos o los equipos de música cuando no estamos haciendo uso de ellos. Es el denominado consumo fantasma, y es que, aunque no nos demos cuenta, están consumiendo electricidad.
Otros electrodomésticos inevitablemente deben de estar conectados a todas horas, por eso regularlos bien nos asegurará no llevarnos ningún susto a la hora de recibir la factura. La temperatura ideal del frigorífico debe mantenerse entre los 5ºCy 7ºC, mientras que la del congelador no debe de pasar los -18ºC. Si superamos esas temperaturas, notaremos un incremento del consumo.
Por último, si tienes pensado comprar algún electrodoméstico, lo más aconsejable es que lo elijas de clasificación energética A. No solo puedes ahorrar en la factura de la luz al ser más eficientes, sino que además son aparatos de más calidad y que duran más.