Aún con los ecos del anuncio histórico hecho por los países del G7, llega la hora de que cada país haga números. El acuerdo establece el impuesto mínimo en un 15%, lo cual se traduce en unos 700 millones en ingresos para las arcas españolas.
Si ese porcentaje llegase hasta el 25% que en teoría deberían pagar las multinacionales aquí, los 700 millones esperados subirían hasta 12.700 millones de euros, incrementándose a más de 21.000 millones si el tipo fuese del 30%.
Un marco regulatorio un poco más ambicioso permitiría cubrir las pensiones de todo un mes, las últimas ayudas directas para la hostelería y el turismo por la pandemia o toda la inversión en digitalización prevista hasta 2023.
Eso sí, la aprobación de este impuesto tiene letra pequeña: cuando entre en vigor, acabará con otro impuesto, la conocida como tasa Google, el impuesto que algunos países, entre ellos España, habían impuesto de forma unilateral a las tecnológicas.
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Del lado de las empresas, la primera en pronunciarse ha sido Facebook. Su director de relaciones internacionales ha dado la bienvenida a la noticia y ha admitido que su compañía tendrá que pagar más y en más países. Queda por ver cuándo se materializan esos pagos.
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