Mientras España derriba su dependencia del carbón, otros países europeos han vuelto hacia atrás y han puesto a funcionar al 100%. La Agencia Internacional de la Energía prevé que este año la demanda mundial aumente a niveles del récord de 2013 y en la Unión Europea un 7%. El plan de países como Alemania es quemar carbón, para conservar hasta el invierno sus reservas de gas.
"La raíz de todas estas cosas es el error político original de volvernos tan dependientes, recuperar nuestra soberanía hará que valga la pena estos esfuerzos", indica Robert Habeck, ministro de Economía en Alemania.
Esto está haciendo que el precio del carbón también suba. Hace un año la tonelada valía 168 dólares, lo mismo que a principios de enero, pero hoy ya vale más del triple, 416. Aun así puede mitigar la inflación, y amortiguar la recesión. "La recesión viene porque la inflación es muy alta. El carbón va a ayudar a que las economías vayan mejor", explica Rafael Pampillón, profesor de Economía en el IES Business School.
Lo que puede dejar de compensar es el gas, que no tiene techo. Hace un año en Europa costaba 27 euros el megavatio, en junio, 90, en agosto se multiplicó por dos hasta los 201, y hoy cotiza en los 280 euros. En total diez veces más. "Llegará un momento en el que no interese comprar gas e iremos hacia otras energías como el carbón, el petróleo o la nuclear. El precio del gas se irá reduciendo", confiesa Pampillón.
Pero que Europa importe más carbón, como está pasando ahora, implica que también lo está haciendo de Rusia. Por su parte, España aguanta energéticamente. De momento, está consumiendo carbón a niveles de 2019.
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