La tensión en Oriente Medio se ha trasladado al mercado del petróleo por un posible ataque israelí a las instalaciones petrolíferas de Irán. Las guerras no solo afectan a quien las sufre en su propia piel, sino que también golpean donde más nos duele: el bolsillo. Especialmente al precio del petróleo y para comprobarlo solo hace falta echar la vista atrás.

Nos remontamos a la guerra de Irak para comprobarlo. Mientras en marzo de 2003 un barril costaba unos 25 dólares, dos años más tarde costaba más de doble, incrementando su precio en un 118%.

Y no es la única guerra en la que eso sucedió. El 24 de febrero de 2022, el día en que empezó la invasión de Ucrania por parte de Rusia, el barril rondaba los 100 dólares. Lejos de lo que llegaría a costar casi cuatro meses después, subiendo un 20% y llegando casi a los 120 dólares.

Los precios desorbitados llevaron a la instituciones a dar respuesta, lanzando paquetes de ayudas cómo el descuento de 20 céntimos por litro de combustible que se implantó en España.

Todo cuando el mundo entero venía de haber sufrido la pandemia del COVID-19, que fue de los pocos momentos de la historia en que el precio del petróleo bajó por la poca demanda. Lo hizo hasta los 35 dólares el barril.

Sin embargo, esta última semana el petróleo ha subido un 9%, dejando ver así, una vez más, las 'otras' consecuencias de la guerra. El precio del Brent, el crudo de referencia en Europa, ha escalado hasta los 78 dólares. De hecho, el precio del barril de petróleo ha sufrido este martes su mayor subida de este año, tras el ataque de Irán a Israel con misiles.