Los trabajadores del Popular apostaban por la viabilidad de su banco hasta la compra del Santander. Son casi todos accionistas, como Adolfo. La primera consecuencia ha sido la pérdida de su dinero: "Muchos no sólo tienen acciones, sino que han pedido préstamos para las adquisiciones y entonces estas personas se ven perjudicadas".
Compraron acciones y vendieron también a sus familiares y amigos. Confiaban en el banco. Una trabajadora de Valencia afirma que "era vender algo en lo que se creía hasta el último momento".
Tras más de diez años en sus puestos, el miedo recae en los empleos. Los sindicatos esperan el plan estratégico del comprador. José Miguel Mandigorra, secretario general de servicios de CCOO, afirma que "lógicamente servicios centrales es lo más afectado, es donde más trabajadores se concentran; exigiremos que las salidas sean lo menos traumáticas posibles".
La presidenta del Santander ya anunció que mantendría las dos marcas y su consejero delegado ha asegurado estabilidad. José Antonio Álvarez, ha afirmado que "la plantilla va a tener continuidad, son magníficos profesionales, tienen que atender a los clientes porque, durante un tiempo, la integración operativa no estará realizada".
De momento eso tranquiliza a Juan Carlos, que lleva 29 años trabajando: "No es plato de buen gusto". Intenta no pensar todavía en las consecuencias de la fusión.