La OCDE ha revisado fuertemente a la baja sus previsiones de crecimiento económico para España este año, que deja en un 4,5%, muy por debajo del 6,8% que había estimado en septiembre y del 6,5% que mantiene el Gobierno contra la opinión de todos los grandes institutos de coyuntura.
En su informe de Perspectivas Económicas publicado este miércoles, la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) también reduce de forma importante sus expectativas para 2022 al 5,5%, lo que significa 1,1 puntos menos de lo que había anticipado hace poco más de dos meses.
La consecuencia de todo eso es que España no volverá a recuperar el nivel de actividad que tenía a finales de 2019, antes de que estallara la crisis del coronavirus, hasta el primer trimestre de 2023, un año en el que la progresión del producto interior bruto (PIB) debería ser del 3,8%. El análisis de la OCDE coincide esencialmente con el que hizo hace tres semanas la Comisión Europea, que predijo un crecimiento en España del 4,6% en 2021 y del 5,5% en 2022.
La principal razón de este cúmulo de decepciones es el fiasco con los datos del PIB del segundo trimestre que el Instituto Nacional de Estadística (INE) modificó a finales de septiembre después de haber generado un gran optimismo en julio, que confundió también a los analistas de la OCDE, que han tenido que corregir el tiro.
Si antes de que el INE rectificara España iba a ser el país de la organización que iba a tener el mayor crecimiento este año, ahora se quedará por debajo incluso del 5,2% que se espera en el conjunto de la zona euro, donde se han elevado en particular las cifras de Francia, donde se calcula una progresión del 6,8%.
La economista de la OCDE Müge Adalet McGowan señala que los datos de la actividad en España en el tercer trimestre también les han decepcionado y eso va a tener consecuencias para su proyección en los últimos tres meses.
La amenaza de la inflación
Además, en las últimas semanas se han ido añadiendo motivos de inquietud, empezando por la inflación (5,4% en octubre) causada por la escalada de los precios de la energía, y que debería llegar a un pico a finales de 2021 para volver a niveles más moderados "a mediados de 2022", según Adalet McGowan.
Los autores del informe creen que si la media de la inflación interanual en 2021 se situará en el 2,9%, en 2022 será todavía algo superior, del 3,2%. El de la inflación es uno de los principales riesgos que pesan sobre la economía española de cara a los próximos meses -junto con el de un repunte epidémico en un momento en que se especula sobrela peligrosidad de la variante ómicron- ante la posibilidad de que el tirón de los precios de la energía se acabe trasladando a los sueldos y a muchos otros sectores.
España también está sufriendo problemas de aprovisionamiento en algunos sectores clave, como ocurre con los semiconductores que han obligado a parar de forma repetida las cadenas de montaje de las fábricas de automoción, pero menos que en otros países europeos.
En el terreno del empleo, aunque se haya reducido muy significativamente el número de trabajadores en ERTE (alrededor del 6% de los que había durante el pico de abril de 2020), la tasa de paroseguía siendo elevada en el tercer trimestre, del 14,7% de la población activa y del 30% entre los jóvenes. La OCDE confía en que ese porcentaje va a seguir bajando hasta el 13,6% en 2023, lo que supondrá una tasa inferior al 14,1% de 2019, el año anterior a la crisis.
La organización considera que uno de los principales retos de cara al futuro inmediato es aprovechar al máximo para elevar el potencial de crecimiento los 70.000 millones de euros de fondos de reconstrucción europeos que España debe recibir, 27.000 millones de los cuales están integrados en el presupuesto de 2022.
El foco, sobre la reforma laboral y la de las pensiones
También será importante -subraya Adalet McGowan- la aplicación efectiva de la agenda de reformas estructurales, y en primer lugar la laboral para corregir la dualidad del mercado de trabajo y mejorar las competencias y las expectativas de encontrar un empleo a los que más se han visto sacudidos por la pandemia, sobre todo los jóvenes.
La otra gran reforma a la que la OCDE va a prestar mucha atención es la de las pensiones. Sobre eso, su mensaje es que si por una parte se garantiza el poder adquisitivo de los pensionistas con la revalorización automática -uno de los puntos del proyecto de ley en trámite parlamentario-, también hay que hacerlo con su sostenibilidad financiera a largo plazo. Porque la organización ya ha manifestado sus dudas de que la propuesta del Gobierno de un aumento de cotizaciones de 0,6 puntos pueda bastar para lograr esa sostenibilidad.