La suspensión de los vuelos cuyas rutas pueden realizarse en tren en menos de dos horas y media cancelaría en España el puente aéreo Madrid-Barcelona y las conexiones de la capital con Valencia, Alicante, Málaga y Sevilla. Para la patronal del sector, el impacto medioambiental de esta medida sería escaso.
Así nos lo cuenta Javier Gándara, presidente de la Asociación de Líneas Aéreas, que asegura que los vuelos cortos (de menos de 500 kilómetros) suponen el 4% de las emisiones continentales. Sin embargo, para los expertos en sostenibilidad se trataría de una medida positiva que ahorraría, dicen, la emisión de 600.000 toneladas anuales de CO2, algo que conllevaría invertir en el transporte ferroviario.
La aviación genera, según la ONU, el 2% de las emisiones de efecto invernadero, pero su impacto sobre el calentamiento global se eleva al 3,5%. Y lo que es peor: la tendencia crece. "El aumento de las emisiones de gases de efecto invernadero de cara a 2050 son bastante preocupantes. Se espera que lleguen a aumentar entre siete y diez veces más", asegura José Luis de la Cruz, coordinador de Sostenibilidad de la Fundación Alternativas.
Advierten además a la falta de una tecnología ECO similar a la impulsada en la automoción, pero también al boom de los vuelos 'low cost', que en España ha elevado un 60% las emisiones en cinco años. "Es necesario desmontar el privilegio de las aerolíneas desde un punto de vista fiscal y desincentivar el uso del avión mediante medidas impositivas como el impuesto al queroseno", critica Pablo Muñoz, experto en aviación de Ecologistas en Acción.
Una medida rechazada por las aerolíneas, que apuntan a los sistemas de compensación de carbono, el uso de biocombustibles y el desarrollo de nuevas tecnologías. Pese a que ya hemos visto prototipos de aviones eléctricos o propulsados por hidrógeno, no volaremos en ellos al menos hasta la próxima década.