El acuerdo para la reducción de jornada laboral está casi a punto, con sindicatos y Gobierno puliendo aspectos técnicos -mientras los empresarios aguantan, de momento, en la mesa de negociación-. Con estos mimbres, ya se pueden despejar las principales dudas de todos los trabajadores.
¿Cuándo se pondrá en marcha?
Los plazos no son aún definitivos, pero la intención del Gobierno es que en otoño la jornada laboral a tiempo completo sea ya de 38,5 horas, y que las 37,5 horas lleguen en enero de 2025.
Si nada cambia, el acuerdo de la mesa de diálogo terminará con una propuesta que deberá aprobar el Consejo de Ministros, pero que previsiblemente lo hará en el formato de proyecto de ley. Esto quiere decir que los grupos parlamentarios de Congreso y Senado deberán aprobarlo para que entre en vigor, y que podrán negociar algunos cambios durante su tramitación.
¿A quién beneficiará?
El principal beneficiario sería el trabajador a tiempo completo que supere las 37,5 horas de jornada laboral. Es decir, quienes tengan en su convenio sectorial o de empresa una jornada pactada superior a esa cifra. El Ministerio de Trabajo asegura que son en torno a 12 millones de trabajadores.
Habría más afectados, que son los asalariados a jornada parcial. Aquellos que no trabajen a tiempo completo, y que tampoco reduzcan el número de horas que trabajan, tendrían derecho a una subida salarial proporcional. Por el contrario, aquellos que ya tengan pactadas las jornadas completas de menos de 37,5 horas no se verían afectados por esta reforma.
¿Se reducirán los salarios?
La cartera dirigida por Yolanda Díaz ha dejado claro que la reducción de jornada no implicaría una reducción salarial. El salario bruto fijo anual que ya tienen pactado los trabajadores no se vería reducido de ninguna manera.
Joaquín Pérez Rey, secretario de Estado de Trabajo, ha sido tajante en este punto: "No caben medidas que reduzcan la jornada sin reducirla".
¿Se permitirá hacer más horas extra?
El límite máximo de horas extra no se ampliaría. Por lo general, este límite es de 80 horas extra al año, como así marca el Estatuto de los Trabajadores. Ese máximo puede variar en función del sector, pero el acuerdo que prepara el Ministerio no ampliaría ese límite en ningún caso.
De hecho, uno de los puntos del acuerdo es el de endurecer el registro horario para evitar la realización de más horas extra de las permitidas o de que estas queden impagadas.
El dilema de la competitividad y la productividad
Las empresas se muestran frontalmente contrarios a la propuesta porque reduciría la productividad. En muchos trabajos manuales, con una amplia presencia del capital humano, menos de horas de trabajo supondrían, directamente, una reducción del producto o del servicio proporcionado, con el resultado de un descenso matemático de la productividad.
Según un informe de CEPYME, hay muchos sectores de este tipo con jornadas más largas, como la hostelería, el comercio, el transporte, la agricultura, las manufacturas o los servicios inmobiliarios y administrativos. Tasan el coste directo de la medida para las empresas en 11.792 millones de euros al año. A esto le añaden otro coste indirecto, el valor perdido, que sumaría otros 30.602 millones.
Ante el argumento de las pérdidas de 42.394 millones de euros al que se enfrentan las empresas, según han tasado ellas mismas, el Ministerio de Trabajo ha respondido que los avances tecnológicos han compensado -y siguen compensando ahora- esa pérdida de productividad.
Para apoyar este argumento, Pérez Rey calcula las ganancias de productividad desde 1983, cuando se estableció la jornada máxima de 40 horas, "un 54% de productividad", y lo compara con la pérdida que supondría la reducción de jornada, "apenas un 6%". Así, sentencia que "es imposible que esto suponga una cuestión apocalíptica".
España y el entorno
Otro punto a tener en cuenta sería la competitividad de las empresas españolas con las de países del entorno. En la mayoría de países europeos, la jornada laboral máxima sigue en 40 horas semanales, lo que una reducción sí podría, en teoría, provocar que se perdiera competitividad para compañías turísticas o que se dediquen a las exportación de productos y servicios.
Para España, los servicios que precisan de un intenso capital humano son importantísimos: su economía depende más de ellos que en otras potencias, y por eso el número medio de horas que se trabajan en España es superior al del resto de grandes economías del Euro.
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Según los datos de Eurostat, en España se trabajan de manera efectiva unas 36,3 horas a la semana en el empleo principal, más que en Italia (36h), que en Francia (35,8h), que en Alemania (33,9h) y que en Países Bajos (30,9h).
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