El Banco Central Europeo ha aprobado la subida del tipo de interés por primera vez en once años. Y lo ha hecho fijando el nuevo porcentaje en 0,5%. ¿Qué supone esto para los españoles? Esta medida le interesa tanto a los ciudadanos con ahorros - pues les beneficia - como a los hipotecados, a quienes les vendrá mal esta subida. En concreto, a las 4,1 millones de hipotecas variables en nuestro país.
Para entender cómo afectará esta subida a los ciudadanos cabe señalar primero los efectos que tendrá en los bancos, que resumen en: se cierra la barra libre del dinero. En otras palabras, el precio del dinero, que se encontraba en torno al 0%, pasará a los 0,5%. Este porcentaje es el precio al que tienen que hacer frente los bancos cuando, ante la falta de liquidez, piden dinero al BCE.
Hasta ahora, el Banco Central ha optado por bajar estos tipos de interés y facilitar así la financiación de los bancos y, por consiguiente, que estos cobrasen menos a consumidores, empresas, inversores y gobiernos a la hora de pedir un préstamo. Era una forma de asegurar la actividad económica y de fomentar el crecimiento. Sin embargo, el alza de los precios de la energía por la invasión rusa de Ucrania ha obligado a Europa ha cambiar las reglas del juego. ¿Por qué? Para controlar la inflación.
Los cambios en el tipo de interés se utilizan para mover la demanda hacia un lado u otro. Es decir, para provocar un efecto en la inflación, explica Alberto Martín, del Centro de Investigación en Economía Internacional (CREI) de la UPF a ElNacional.cat. Así, el experto señala que en el caso de la nueva medida del BCE se pretende rebajar la inflación. Subir el tipo de interés, el precio del dinero, supone recortar liquidez en el mercado: reduce la demanda de dinero y, por tanto, reduce también los precios.
Esto afectará también, por otro lado, a los ciudadanos porque tendrá lugar una pérdida de actividad económica, explica el experto en declaraciones al citado medio. Aún así, Martín asegura que es el precio que hay que pagar para hacer frente a la inflación. Eso sí, insiste en que hay que estar pendientes de la evolución de los mismos durante los próximos meses para vigilar una posible aunque remota desaceleración de la economía, algo que provocaría que la medida europea no tuviera el efecto perseguido: frenar la inflación sin provocar un freno del crecimiento.