La configuración meteorológica de esta semana nos sitúa en una posición privilegiada para que el frío seco y continental se adentre sobre nosotros y además perdure, al menos, hasta el viernes.
Ahora mismo, el anticiclón de las Azores se encuentra bloqueando la entrada de borrascas atlánticas ocupa más de 3.000 kilómetros desde la Península Ibérica hasta Rusia, impidiendo que haya movimiento de borrascas atlánticas. Además, la borrasca Hannelore sigue dando guerra en el interior del Mediterráneo. Ahora mismo, se encuentra sobre Córcega y Cerdeña, y lo que hace es impulsar vientos húmedos hacia el este de la Península, es decir, hacia Baleares y la costa española mediterránea, enviando vapor de agua.
Con esta situación en la que el anticiclón bloquea y mantiene tiempo soleado sobre nosotros, la borrasca Hannelore gira de manera antihoraria generando chubascos e incluso algunas tormentas que son bastantes 'raras' en este mes. De hecho, solo hay actividad apreciable en invierno en el mar Mediterráneo al sur de las Baleares (sobre todo zonas de alta mar), en el entorno del Estrecho de Gibraltar y en la cornisa cantábrica, aunque sin pasar en ningún caso de uno o dos días de media en el mes.
La semana pasada ya hubo tormentas en Baleares con el paso de las borrascas Gérard y Fien, y además porque el Mar Mediterráneo sigue más cálido de lo normal. En diciembre arrancó una nueva ola de calor que perdura a estas alturas; es enero y deberíamos estar en unos 15,8 ºC, y estamos a 17,5 ºC. Ahora es la fase de enfriamiento: el mínimo se alcanza en marzo y estamos a casi 18 ºC. Esto significa que disponemos de más energía para darle a la atmósfera y generar, por ejemplo, tormentas si se dan las condiciones, lo que supone más vapor de agua disponible para precipitar, ya sea en forma de agua o de nieve.
Por tanto, entre el anticiclón y la borrasca Hannelore está la Península y que se ha convertido en la diana del frío, nos hemos convertido en las últimas horas en un congelador eficiente del frío, creándose un pasillo entre estos dos elementos por donde se cuela esa masa de aire polar continental que además llega con viento frío y muy seco desde el interior de Rusia, concretamente.
Así se forman las heladas blancas y negras
Ahí entran en juego las heladas, que pueden ser blancas o negras, y los ingredientes que las componen. Por un lado, la baja humedad, una masa de aire continental seca que atraviesa todo el continente y no tiene apenas humedad; así como la superficie seca que atraviesa: un continente no es un océano desde donde puede rellenarse de humedad.
Si las temperaturas están por debajo de 0ºC, el agua disponible en el aire, las plantas o el suelo pasa de líquida a sólida, se congela y suele formar la famosa escarcha, pero si las temperaturas no están por debajo de 0 ºC el agua que se deposita sobre las plantas o superficies como las del los coches no se congela y se suele formar el rocío. Si hay escarcha y la temperatura está por debajo de 0 ºC se considera helada blanca, es decir, el rocío común se vuelve escarcha. Mañana con la entrada de la nueva masa de aire más húmeda pueden ser más habituales este tipo de heladas.
La helada negra necesita que las temperaturas estén por debajo de 0 ºC y que la masa de aire sea seca, es decir, sin humedad. No hay condensación, no se forma la escarcha y no se ve el daño interno que se está produciendo en la planta, porque en realidad la humedad, la condensación y la escarcha protegen las partes internas de la vegetación.
El aire seco ataca a las estructuras internas de las plantas y los cristales de hielo se forman en el interior de la vegetación y no fuera, matando así a las plantas de manera silenciosa.
Aunque la vegetación de hoja caduca no se ve afectada por este tipo de helada, ya que apenas tienen actividad vegetativa, pero las de hoja perenne son las que se llevan la peor parte.
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Además, este tipo de situaciones meteorológicas son las responsables de dejar las temperaturas más bajas en nuestro país, récords muchas veces de las mínimas más bajas. Si además hay nieve en el suelo, el frío se intensifica, lo que, unido a menos horas de luz y el anticiclón que garantiza la ausencia casi completa de nubosidad, hace que el suelo pierda cada vez más temperatura. Así, se genera un congelador eficiente que deja un frío anómalo entre 5 y 10 grados por debajo de lo normal.