Con un apretón de manos, el primer ministro británico, Tony Blair, y Bertie Ahern, el primer ministro de la república de Irlanda, sellaron el 10 de abril de 1998 los Acuerdos de Viernes Santo. Una imagen que se daba tras muchos años de negociaciones por delante y que significó un antes y un después para Irlanda del Norte.
Ahora, 25 años después de esa firma, sus protagonistas echan la vista atrás para ver cómo este acuerdo de paz cambió el rumbo de la historia. Prácticamente a diario, asegura Tony Blair, había actos terroristas, gente muriendo y asesinatos. En la misma línea, su homólogo, Bertie Ahern declara que si no se hubiesen logrados estos acuerdos, la alternativa era volver al caos.
De hecho tal fue el anuncio de este tratado que en la calle la gente lo respaldó con una aprobación abrumadora del referéndum. Más del 71% de la población voto 'sí' a poner fin a 30 años de 'Troubles', problemas, como llamaban a la violencia del IRA y grupos armados unionistas. Desde finales los 60 se cometieron multitud de actos terroristas y sangrientos que acabaron con la vida de más de 3.700 personas y cerca de 30.000 resultaron heridas.
Un terrorismo fruto de la división política que sufría el país, entre unionistas probritánicos y nacionalistas proirlandeses.
La forma que encontraron para solventar estas divisiones fue establecer en estos acuerdos que Irlanda del Norte era parte del Reino Unido, se instauró un nuevo gobierno que incluía a todos, incluso al Sinn Féin, brazo político del IRA, encabezado por Gerry Adams. A cambio, los grupos terroristas acordaron deponer las armas y, aunque la violencia no terminó de forma inmediata, sí supuso un nuevo comienzo para Irlanda del Norte que ahora se ha visto amenazado tras el Brexit.