laSexta Noticias visita Ciudad Hidalgo. La frontera entre Guatemala y México tiene 11.000 kilómetros y Ciudad Hidalgo, en la esquina sur del país, es uno de los mayores puntos calientes en el tránsito de personas migrantes.

Llegamos al famoso 'Paso del coyote' y desde allí vemos ya la frontera. No es lo que esperábamos: ni vallas con concertinas ni kilómetros de mar abierto. Sólo un simple río que une las dos orillas.

"El problema que tiene México que es que esta es una frontera que si la valoráramos a nivel europeo nos sorprendería porque está superabierta y uno diría que es fácil cruzar. Pero esto engaña porque México lo que tiene no es una frontera horizontal, sino una frontera vertical. Esto es muy fácil de cruzar pero en cuanto te adentras en el país te vas a encontrar con controles migratorios, con delincuencia, con cuerpos de seguridad públicos corruptos", explica Diego Llorente, director de CDH Fray Matías de Córdova.

Llegada a Guatemala de deportados de EEUU

Contratamos a uno de los balseros para hacer el mismo trayecto, cruzar la frontera de Guatemala a México. Tardamos apenas cinco minutos en hacer el recorrido por río de manera irregular. Comprobamos así lo sencillo que que es el tránsito irregular de personas por las dos orillas.

La policía fronteriza está por todas partes, pero ni los que comercian con mercancías prohibidas se esconden. "Hay mucho contrabando. La policía supuestamente están aquí para proteger que no haya abusos contra las personas migrantes, eso dicen ellos, pero es evidente que también están cuidando del negocio".

Poner un pie en México es fácil, pero después comienza el gran viaje. Hay dos opciones, viajar solo y jugársela o contratar un 'coyote'. El negocio está tan institucionalizado que ya hay paquetes turísticos. "Cuestan entre 7.000 y 8.000 dólares desde un país de Centroamérica hasta Estados Unidos y generalmente eso te puede cubrir hasta 3 veces", nos informa Pilar López Puig, de Médicos del Mundo.

Pocos llegan a la primera. O son detenidos o caen en manos de las mafias. Y a partir de ahí, dicen, todo puede ocurrir: entrar en el circuito de la extracción de órganos ilegal o acabar en una fosa común.

La mayoría son utilizados como mulas o víctimas de la trata y son incapaces de soportarlo. "En grupos donde se manejan estupefacientes y drogas, las personas acaban teniendo un problema de salud por las sustancias químicas que les dan a tomar y acaban en un servicio psiquiátrico en un hospital", explica Pilar López Puig.

9.000 kilómetros separan México de Europa. A pesar de la distancia, allí también refugiados y migrantes están lejos de conseguir que se respeten sus derechos.