Pashtana Durrani no tiene palabras para decirnos cómo se siente. Solo se sale una: "Desesperanzada". Ha huído de Kandahar y ve cómo los talibán conquistan las principales ciudades de su país casi sin resistencia.
"Hubiera tenido esperanza si hubieran luchado. Pero no han luchado. ¿Cómo pueden ser tan fuertes los talibán si nosotros hemos tenido todo tipo de apoyo y ellos no? ¿Cómo es posible? ¿Cómo está pudiendo pasar esto?", se pregunta.
Culpa a los líderes afganos de lo que, ella sabe bien, sufrirán las mujeres. "Esto significa perder el acceso a todas las oportunidades, a todos los maravillosos derechos que teníamos. Me da la sensación de que la gente cree que los talibán han cambiado. Son los mismos monstruos que han sido siempre", cuenta a laSexta.
Siente que les han arrojado a los lobos, porque los talibán va a la caza de mujeres y niñas para ofrecerlas como recompensa a sus combatientes. Las mismas a las que Pashtana quiso ofrecer una vida mejor, acceso a la educación que les había negado. Consiguió que 900 de ellas fueran a la escuela en Kadahar, su ciudad de origen, ahora en manos de los talibán. No sabe qué será de ellas.
Pashtana representa todo lo que los fundamentalistas odian. Ha buscado refugio, pero no se esconde. Quiere hablar con nosotros. "Lo hemos perdido todo ¿Qué más voy a perder? ¿La vida? Ya he perdido todo a lo que tengo derecho como mujer, como persona. ¿A qué voy a tenerle miedo ahora?", se pregunta.
Sabe lo que le espera: "La gente se pone en tu contra, te ven como terrorista, nadie te da la bienvenida a su país que no eres blanca, no eres privilegiada, sólo eres de un país pobre que fue responsable del 11-S". Es el mejor escenario que ve tras dedicar su vida a una causa que parece perdida.