En solo un año, el mundo ha sido capaz de vacunar al 43% de su población, pero lo ha hecho de manera muy desigual. Algunos países europeos superan el 80% de su población diana vacunada, mientras que en África, muchos países no llegan al 5% de habitantes inoculados.
"Los gobiernos hemos dado el monopolio de la explotación a unas pocas empresas, y son estas las que deciden cuántas se fabrican, dónde se fabrican, a qué precio y a quién se venden", critica Fernando Lamata, presidente de honor de la Asociación de Acceso Justo al Medicamento.
Precisamente, hace ahora un año, Sudáfrica, origen de la variante ómicron, solicitó liberar las patentes de las vacunas COVID. Estados Unidos apoyó la medida, pero la Unión Europea, exportadora de vacunas, se mostró reticente, y el tema sigue encallado en la Organización Mundial del Comercio.
En este sentido, Francisco Javier Fernández, director de Comunicación de Farmaindustria, afirma que "las patentes no son un problema en la lucha contra el coronavirus", y que ya "se han hecho más de 300 acuerdos, lo que está permitiendo que haya ya más de 80 plantas en 70 países".
Al menos, en una cosa coinciden todos los expertos: las nuevas variantes surgen allí donde menos gente se ha vacunado. Y el programa COVAX, creado para donar vacunas a los países menos desarrollados, se ha revelado insuficiente.
"Lo que sería mucho más sensato, mucho más razonable, sería que de una estructura del ámbito público se discutiera a cara de perro los precios de las vacunas con los productores, un precio asequible para todos los países", defiende Amós García Rojas, presidente de la Asociación española de Vacunología.
Apuesta por un reparto equitativo
La OMS pretende paliar este reparto nada equitativo impulsando un tratado de futuras pandemias. "Lo primero es distribuir las vacunas disponibles equitativamente en todo el mundo", destaca Fernando Lamata, mientras que Francisco Javier Fernández subraya que "lo que necesitamos es un gran acuerdo político internacional".
Las 12.000 millones de dosis producidas hasta ahora habrían permitido vacunar al 80% de la población mundial, pero los países del G20 han acaparado precisamente ocho de cada diez vacunas.