Los agricultores franceses siguen en pie de guerra desde hace una semana y sus principales sindicatos están decididos a "aumentar en un grado" la presión si no responden a sus demandas. Exigen mejoras salariales, la reducción de las restricciones medioambientales, ayudas contra la subida del combustible y un aumento de la protección del campo frente a las importaciones de otros países.
Mientras, el Gobierno de Emmanuel Macron ha garantizado a los agricultores que no habrá intervención de las fuerzas del orden, salvo en caso de violencia. Por su parte, el primer ministro francés, Gabriel Attal, ha reiterado este viernes la oposición de Francia al acuerdo entre la Unión Europea (UE) y Mercosur.
"Francia se opone claramente, como lo ha hecho desde el primer día por voz del presidente de la República (Emmanuel Macron), a la firma del Tratado del Mercosur", ha dicho, reiterando nuevamente que el Gobierno francés "seguirá oponiéndose" en un futuro al acuerdo.
Además, Attal ha adelantado que "el campo será una prioridad para su Gobierno" anunciará un "arsenal" y ha anunciado un paquete de medidas para calmar las protestas, como el fin de la subida gradual del impuesto sobre el diésel no vial, una simplificación de la normativa sobre los setos agrícolas, así como un aumento de 50 millones de euros para la agricultura ecológica.
Los ministros de Agricultura, Marc Fesneau, y de Economía y finanzas, Bruno Le Maire, también se han reunido en la mañana de este viernes para hacer un seguimiento de las negociaciones que llevan a cabo hasta el día 31 los agricultores con los industriales y con las empresas de distribución, las cadenas de supermercados e hipermercados.
Por ahora, estos movimientos no han conseguido calmar los ánimos de los manifestantes. De hecho, algunos de los organizadores de la protesta redoblan sus amenazas de bloquear las principales vías de acceso a la capital. "No nos privamos de ir a bloquear París. Podemos bloquear las autopistas, los grandes ejes. Estamos decididos para conseguir medidas muy concretas", ha declarado este viernes Cyrille Milard, del primer sindicato del país, la Federación Nacional de Sindicatos de Explotadores Agrícolas (FNSEA).
Antes de que eso ocurra, esa presión ya se ha hecho evidente esta mañana en varios puntos de los alrededores de París, como en Fontainebleau, en Meaux, y en particular en Senlis, donde había quedado cortada la autopista A1, la que va en dirección de Lille y Bruselas.
Cortes que se repiten en decenas de otras carreteras y tramos de autopistas por toda Francia, como en Carbonne, en la autopista A64 al sur de Toulouse en dirección de Tarbes, donde empezó el movimiento el jueves de la semana pasada.
También los transportistas españoles están sufriendo las consecuencias, pues como parte de su manifestación, los agricultores franceses paran y vacían la carga de los camiones. Algunos llevan ya varios días atapados en las carreteras, colapsadas por los cortes de tráfico y las barricadas.
Lo cierto es que los agricultores franceses son los últimos pero no los únicos que se movilizan. Hay descontento en el campo europeo y las protestas ya han paralizado carreteras en Polonia, Lituania o Rumanía y también han llenado las calles en Alemania. Un malestar que alimenta la ultraderecha en Europa.