Unicef alertó de que 1.106 niños murieron durante los combates en Siria en 2018, el año más mortífero para los pequeños desde que se inició la guerra.
La directora ejecutiva del Fondo de la ONU para la Infancia, Henrietta Fiore, declaró que esas son las cifras verificadas y las reales "probablemente sean mucho más altas", y reclamó apoyos de cara la conferencia de donantes en Bruselas.
Unicef señala que las minas sin detonar son la principal causa de víctimas infantiles en Siria y el año pasado fueron responsables de 434 muertes y lesiones, mientras que hubo un número nunca visto de ataques contra instituciones de educación y salud, 262 en total.
Fiore apuntó que los niños y las familias en tierra de nadie "siguen viviendo en el limbo" y en Rukban, cerca de la frontera con Jordania, su situación es "desesperada", con acceso limitado a alimentos, agua, vivienda, atención médica y educación.
Asimismo, alertó sobre el empeoramiento de las condiciones en el campamento de Al Hol, al noreste, que alberga a más de 65.000 personas, de las cuales unas 240 son niños no acompañados o separados de sus familiares.
Los países vecinos de la región, mientras tanto, albergan a 2,6 millones de niños sirios refugiados, muchas de cuyas familias, pese a la ayuda de los gobiernos anfitriones y la ONU, no pueden enviarlos a la escuela y recurren al trabajo o el matrimonio infantil ante la falta de ingresos.