Ni mascletás, ni jaranas: con cohetes, bombas, caos y ambulancias han recibidido los habitantes de Gaza -los que quedan- el año 2024. Tampoco con quedadas para las campanadas, sino con protestas contra Israel en Cisjordania. Entre los palestinos, un propósito unánime de año nuevo que es, en realidad, un desesperado deseo: "¡Queremos vivir! ¡Queremos vivir!".
"Que dejemos de vivir en la calle y morir en las calles. Que los que quedemos, nos reencontremos. Volver y visitar las tumbas de nuestros seres queridos, recuperarlos de entre los escombros", piden tras un 2023 despiadado, devastador, sangriento. Ansían, en definitiva, un mínimo de normalidad: "A 2024 le pido poder volver a los restos de mi casa y vivir allí aunque sea plantado en una tienda".
Volver, volver, volver; a casa, a la familia, al trabajo, al colegio. "Volver a tener comida, agua, luz, todo eso que ahora nos falta", lamentan. Y mientras nuestros niños están en el momento de pedir juguetes, los palestinos mas pequeños se conforman con menos: "Poder vestirme, hacer cosas, tener una casa". Deseos tan sencillos y tan complejos, al mismo tiempo.
Desde Israel, no consuela mucho el último anuncio: se va a replegar a parte de los soldados, pero porque su economía está empezando a notarlo. Desde allí apuntan que la guerra se extenderá por todo 2024. Así, normal que —como algún palestino cuenta— el cambio de año no lo sientan: el dolor es tal que todos los días parecen igual.