En un giro tragicómico digno de un 'sketch' de los Monty Python, la campaña electoral británica actual parece más una guía de anticampaña que una competencia seria por el voto. En un evento reciente, el candidato liberal sorprendió a todos con un chapuzón involuntario en el lago Windermere, el más grande de Inglaterra, mientras intentaba conectarse con los jóvenes votantes. El espectáculo resultó en un ridículo que parece rivalizar con los tropiezos del primer ministro, Rishi Sunak.

Sunak, desde que convocó las elecciones bajo un torrencial chaparrón, ha acumulado una serie de meteduras de pata que han hecho más daño a su imagen que cualquier crítica de la oposición. En un acto reciente en Gales, su intento de bromear sobre la Eurocopa se encontró con un silencio incómodo, seguido de carcajadas cuando se recordó que Gales no se ha clasificado.

En Belfast (Irlanda del Norte), el simbolismo fue ineludible cuando Sunak visitó el museo del Titanic, cerca de una representación de su figura hundiéndose con el famoso barco. Allí, los ciudadanos le recordaron que sus grandes promesas, como las deportaciones a Ruanda y la prohibición total del tabaco, se han quedado en humo. Las imágenes compartidas por su equipo de campaña, donde aparece al borde un barco, han sido interpretadas como un desalentador mensaje de esperanza, sugiriendo que sus propios votantes deberían abandonar el barco.