Cuando Armin Laschet se sumó a una delegación política que recorrió a mediados de julio de 2021 una zona azotada por las inundaciones no imaginó que ese día marcaría su campaña. Sus risas de fondo en plena tragedia marcaron un punto de inflexión en quien estaba llamado a ser, salvo sorpresas, el sucesor de su compañera Angela Merkel al frente del Gobierno alemán.
Fue en octubre de 2018 cuando Merkel anunció que no se presentaría a la reelección. En ese momento, todo el mundo parecía tener claro que su sucesora sería Annegret Kramp-Karrenbauer. Sin embargo, la repentina renuncia de esta última por una crisis regional llevó a la Unión Cristiano Demócrata (CDU) a reformular la sucesión, con las espadas en alto.
Laschet, un abogado con experiencia periodística
Se abrió entonces una disputa interna que desgastó a la formación, evidenciando unas grietas de las que terminó sacando rédito Laschet, un abogado con experiencia periodística que supo vender su currículum de gestión política al frente de Renania del Norte-Westfalia, el estado más poblado de Alemania. También fue cuatro años diputado en el Bundestag, la Cámara Baja del Parlamento alemán.
Una vez superada la criba interna, se enfrentó a un segundo reto, el de convencer a los socios bávaros de la Unión Social Cristiana (CSU) de que él era el mejor candidato del bloque conservador. Así, hizo valer su condición de 'hermano mayor', pese a unos sondeos que ya comenzaban a dejar claro que no gozaba de una amplia popularidad entre el conjunto de la población.
De hecho, el paso de los meses ha terminado por confirmar esta tesis, la de que es un candidato más de partido que de bases, y los sondeos que ponen a los alemanes ante la tesitura de elegir quién sería el mejor canciller dejan claro que Laschet no solo no es el favorito, sino que aparece por detrás del socialdemócrata Olaf Scholz y la ecologista Annalena Baerbock.
Su ambigüedad en los debates televisados tampoco han jugado a favor del aspirante de la CDU, que ha encadenado un problema detrás de otro. A finales de julio de 2021, se disculpó por no acreditar una fuente en un libro escrito en 2009, aunque fueron sin duda sus risas en plenas inundaciones las que pasarán a la historia de la comunicación política en Alemania.
"Fue tonto, estúpido", reconoció en una entrevista en agosto, al ser interrogado por reírse durante una comparecencia ante los medios de un circunspecto presidente de Alemania, Frank-Walter Steinmeier. En este sentido, Laschet se ha esforzado por dejar claro que su "buen humor" no tenía nada que ver con la escena en sí, pero está por ver si ha convencido a la ciudadanía.
Apoyo de Merkel al candidato
La CDU y la CSU se han dejado alrededor de diez puntos en intención de voto desde el principio de la campaña. Según los sondeos, Scholz ha heredado 'de facto' la imagen de solidez que venía acompañando a Merkel desde que comenzó a gobernar hace 16 años, a pesar de que Laschet ha insistido en que es él quien continuará su legado.
El aspirante conservador, de 60 años, quiere seguir la estela de los "16 años buenos" de Merkel, pero lo cierto es que no ha sido hasta el tramo final de campaña cuando la canciller ha salido en su auxilio, básicamente para cargar contra el SPD por cuestiones concretas, como su consciente ambigüedad de cara a posibles pactos postelectorales.
Precisamente, la canciller de Alemania pidió este sábado el voto para Laschet, y recalcó que "no da igual quién gobierne" en el país europeo. "De lo que se trata es de que Alemania siga estable", manifestó Merkel durante un acto en Aquisgrán, la ciudad natal de Laschet. Así, defendió que Laschet no solo dirigió con éxito el estado federado de Renania del Norte-Westfalia como primer ministro regional, sino que también hizo mucho por la unificación de Europa.
Merkel subrayó que el estilo de Laschet se caracteriza por "tender puentes" y que a lo largo de su trayectoria política ha demostrado que defiende la cohesión y el partido al que ambos pertenecen, la CDU, no sólo teóricamente, "sino con pasión y corazón". "Si queréis la estabilidad de Alemania, la CDU/CSU debe de ganar este domingo", señaló por su parte Laschet, quien advirtió además de que, si los resultados favoreciesen a los socialdemócratas (SPD) y Los Verdes, ambos partidos no dudarían en contar con La Izquierda para formar gobierno, algo que, a su juicio, hay que evitar.
Europeísta convencido y católico practicante
En materia ideológica, se le considera un europeísta convencido --llegó a ser diputado en la Eurocámara-- y en 2015 respaldó sin ambages la apertura de fronteras a más de un millón de refugiados. Católico practicante, ha defendido que la "marca principal" de su partido no es la imagen conservadora sino la cristiana, según la agencia de noticias 'DPA'.
Laschet, que ha montado una especie de gobierno en la sombra antes de los comicios, ha insistido en los últimos días en que los resultados estarán "muy ajustados", en un intento por movilizar al gran número de indecisos que figuran aún en los sondeos para tratar de superar a toda costa al SPD en número de escaños.
De ello puede depender el nombre del próximo canciller, ya que Scholz ha dejado claro que no quiere de nuevo la 'gran coalición' y que intentará pactar con Los Verdes. Laschet, por su parte, no oculta que quiere reeditar a nivel federal la alianza que ya tiene en Renania del Norte-Westfalia con los liberales del FDP.
Alemania vive este domingo unas elecciones inéditas en 16 años, el tiempo que ha estado Merkel al frente del Gobierno. Sin la veterana canciller en las papeletas y con la incertidumbre de cómo se reconfigurará el panorama político, los alemanes deberán elegir quiénes conforman el Budestag (Cámara Baja) para la próxima legislatura.
Unos 60,4 millones de ciudadanos están llamados a votar, alrededor de 1,3 millones menos que en las elecciones de 2017, de las que surgió una repetición de la 'gran coalición' entre el bloque de la CDU y la CSU con el SPD, que llega como favorito en un contexto marcado por la debilidad de los grandes bloques y pendiente de futuras alianzas.