El fútbol, su única esperanza
Así se ha convertido el fútbol en una ventana a la esperanza entre los niños de los campos de refugiados
¿Por qué es importante? El deporte está transformando la vida de los más pequeños en el campo de refugiados de Azraq, donde viven 40.000 sirios y llevan más de diez años sin salir.

Los niños son los más afectados por la guerra de Oriente Medio. Muchos acaban en campos de refugiados huyendo de las bombas, pero ahí no hay futuro. En el campo de Azraq, en Jordania, hay 40.000 sirios, que llevan más de diez años sin salir. Lo que se presentó como una solución temporal ha acabado siendo su destino y, los que llegaron siendo bebés, ahora son adolescentes a punto de enfrentarse a la vida adulta.
Ahora, el fútbol parece que les ha abierto una pequeña ventana a la esperanza. Es entrar en el terreno de juego y ya se sienten especiales. Así lo manifiestan los niños: "Estoy muy feliz porque ahora jugamos al fútbol", dice uno. Los entrenadores también se dan cuenta y se presentan como "las áreas de juego para la paz". "Ofrecemos sesiones a niños al aire libre y organizamos torneos de fútbol", explican.
Una solución a la creciente frustración que se estaba instalando entre los jóvenes, que han perdido todos sus sueños en el campo de Azraq. Aunque aquí no les falta agua potable, ni alimentos y sus vidas no corren peligro, lo cierto es que allí no hay futuro. Muchos de los que entraron siendo bebés ahora tienen 14 años. "Con 14 años la infancia ya se ha perdido totalmente, igual que la escuela o los juegos con los amigos", cuenta Eloísa Molina, portavoz de World Vision, quien explica que la frustración ha hecho que se incrementen los casos de violencia intrafamiliar y de bullying entre los más pequeños.
Comportamientos que ha frenado el fútbol, un deporte que se toman muy, muy en serio; y, aunque tienen que turnarse porque son muchos en el terreno de juego, cada vez que les toca saltar al campo, vuelven a tener fantasías y anhelos.
"Me encanta el Real Madrid y me gustaría mucho llegar a defender como Ramos, de mayor quiero ser como él", cuenta un niño. Otro, que también se declara fan del Real Madrid, dice que le "encanta Bellinghan" y que le "encanta jugar al fútbol". Para ellos, incluso que les den unas zapatillas y una pequeña equipación es algo extraordinario, ya que la mayoría acuden descalzos y con su ropa de casa.
El fútbol está transformando tanto las vidas de los pequeños que, hasta los adultos, sienten celos. Es por eso que les piden jugar cuando los chavales ya no están. Un hecho que confirma que, deportes como el fútbol, sanan el alma y unen generaciones.