La burbuja social belga supone que cada persona solo pueda tener contacto estrecho con cinco personas fuera de su vivienda. Sin embargo, no se puede elegir a quien uno quiera.
Las normas establecen que cada familia de convivientes podrá elegir a un máximo de cinco personas con las que podrá mantener un contacto estrecho, pero con una importante salvedad, que esas cinco personas deben vivir juntas, bien sea porque son familia o porque son compañeros de piso. Pero además, esa elección debe ser recíproca, es decir, que las cinco personas que se elijan también deben elegirnos a nosotros.
El problema viene cuando dentro de una vivienda hay diferencias sobre a quién elegir para conformar la burbuja social. Por ejemplo, en una familia puede que los padres quieran ver a familiares, pero los hijos decidan querer verse con sus parejas o con sus amigos. En estos casos, la familia debe llegar a un acuerdo porque tendrán que elegir en grupo.
Las normas que complementan a estas medidas es que los menores de 12 años no cuentan y que cada cuatro semanas se puede cambiar de grupo.
La burbuja está diseñada para limitar nuestros contactos más estrechos, aquellos con los que queremos quedar en casa y que son tan cercanos que nos resulta más difícil guardar las distancias.
¿Se podría aplicar en España?
Para Juan Gestal, catedrático de Salud Pública de la Universidad de Santiago de Compostela, se trata de una medida que "tiene muchos inconvenientes". Y se pregunta, "¿una familia con adolescentes cómo va a elegir los amigos de quién ver?, ¿cómo se va a controlar que se cumplen las normas?". Son algunas de las preguntas por las que considera que en España "no es aplicable".
El gobierno español no contempla instaurar las burbujas sociales belgas, pero Fernando Simón recomienda responsabilidad recordando que "si cambiamos de grupos de convivencia y nos exponemos, debemos ser capaces de reducir los riesgos".