En el oeste de Ucrania, en la ciudad fronteriza de Lviv se encuentra el principal campo de prisioneros donde están algunos de los hombres que Putin mandó a invadir su país vecino hace ya más de un año.

El protocolo es igual para todos. A su llegada se les realiza un chequeo médico y se les proporciona un mono azul. Su día empieza a las seis de la mañana y las luces se apagan a las diez de la noche.

Durante la jornada, los prisioneros pueden realizar manualidades o diferentes trabajos por los que obtienen una pequeña cantidad económica. También se les ofrece la posibilidad de una vez al mes llamar a sus familiares.

Los combatientes encarcelados provienen de diferentes puntos de Rusia pero también los hay de algunas de las ciudades ucranianas del Donbás como Donestk o Lugansk, bajo ocupación rusa desde el año 2014.

La dureza de la guerra ha dejado huella en la mayoría de estos prisioneros. Muchos de ellos nos trasladan que no quieren volver al frente. Es el caso de un combatiente de Moscú de 38 años: "No sé si quiero participar en la guerra y no sé cómo reaccionará Rusia".

El mismo sentimiento tiene otro joven capturado, de tan solo 20 años, a quien el Kremlin le dio la posibilidad de evitar una condena por robo a cambio de ir al frente: "He perdido mi mano, mejor haber estado en otra prisión".

Algunos reconocen fuera de cámara que seguían órdenes bajo aquella idea de tener que liberar a Ucrania de los supuestos nazis. Sin embargo, otros prisioneros siguen convencidos de que la invasión rusa estaba justificada: "Los ucranianos no quieren hablar del tema del Donbás, Ucrania mató a 300 niños en Donetsk", indican.

Para las autoridades ucranianas estos discursos son el resultado de mucho años de feroz propaganda entre la sociedad rusa. Uno de los funcionarios del campo de prisioneros nos lo confirma: "La mayoría de ellos no se reconocen como criminales de guerra, y es una pena... solo un porcentaje muy pequeño es consciente de lo que están haciendo".

El futuro de estos prisioneros está en el aire. Esperan ser intercambiados cuantos antes, aunque tampoco saben lo que les espera si vuelven Rusia.