Al menos tres personas han muerto y otras cuatro han resultado heridas este viernes en la región de Jersón, al sur de Ucrania, en ataques rusos con munición de racimo lanzados desde la orilla oriental del río Dniéper.
Así lo ha indicado en sus redes sociales el jefe de la oficina presidencial ucraniana, Andrí Yermak. "Los rusos han bombardeado Chornobaika, en la región de Jersón. Por el momento sabemos que para el bombardeo se utilizaron municiones de racimo", ha denunciado, en un escueto mensaje en el que también ha detallado el balance de víctimas mortales y heridos.
A diferencia del resto de proyectiles, las bombas de racimo o fragmentación esparcen submuniciones más pequeñas que provocan daños en una superficie más amplia que la de la explosión inicial.
Según el jefe de la Administración Militar de la región de Jersón, Oleksandr Prokudin, Rusia lanzó durante la pasada jornada un total de 119 ataques contra zonas de Jersón bajo control del Gobierno de Kyiv.
¿Qué son las bombas de racimo?
Las bombas de racimo están prohibidas en más de un centenar de países por el gran peligro que suponen para la población civil y su naturaleza indiscriminada, aunque en la guerra en Ucrania han sido empleadas por ambas partes. En concreto, consisten en un contenedor que se abre en el aire y dispersa una gran cantidad de submuniciones explosivas sobre un área amplia.
En 2008 se adoptó la Convención sobre Municiones en Racimo, un tratado internacional para prohibir su uso y fabricación, que entró en vigor en 2010. Según el texto, los restos de estas bombas "matan y mutilan a civiles, incluidos mujeres y niños", "impiden la rehabilitación y reconstrucción posconflicto" y "atrasan o impiden el retorno de refugiados". Más de un centenar de países han ratificado o al menos firmado la Convención, entre ellos varios miembros de la OTAN como Reino Unido, Francia, Alemania y España.
No obstante, el pasado mes de julio, Estados Unidos anunció que enviaría bombas de racimo a Ucrania como parte de un paquete de ayuda militar, una decisión criticada por países aliados como Alemania y organizaciones como Human Rights Watch.