La coronación deCarlos III ha sido un acontecimiento histórico en el que tanto anfitriones como invitados han cuidado al milímetro cada detalle. La Abadía de Westminster se ha convertido en epicentro de elegancia y protocolo.
Felipe VI y la reina Letizia han sido de los primeros en llegar y ocupar asiento entre la multitud. También los exprimeros ministros británicos y el actual.
El príncipe Enrique, llegaba sin Meghan Markle y sin sus hijos, pero sonriente.
A la hora prevista lo hacía el protagonista del día, el rey, acompañado de la nueva reina, Camila, además de su hijo Guillermo y Kate Midelton. Carlos III entraba en el emblemático edificio mientras todos los ojos se dirigían a él.
Minutos antes de que arrancara la ceremonia, la Guardia Real llegaba en metro a la estación de Waterloo y a ritmo de bombo y platillo. La música, muy presente durante todo el acto, ha sido elegida por el propio monarca. Entre las melodías, algunas de origen griego en honor a su padre.
Entre las muchas reliquias, brillan las dos coronas, remodeladas tras el fallecimiento de Isabel II, las tallas de ambas han sido ajustadas para la ocasión. Otro momento clave ha sido la unción en aceite, un gesto sagrado para la iglesia anglicana y oculto para el resto del público.
Un público entre el que se ha visto a numerosas celebridades: desde una sorprendida Emma Thompson hasta una desubicada Katy Perry que no sabía muy bien donde sentarse.