El alemán Joseph Alois Ratzinger fue elegido nuevo papa el 19 de abril de 2005. Ese día se convirtió en Benedicto XVI, el nombre papal que él mismo eligió para su pontificado. Más de 35 años ocupando altos cargos en la jerarquía eclesiástica necesitó para acabar sustituyendo al que había sido su mentor, Juan Pablo II. Tras ocho de mandato, Benedicto XVI anunció por sorpresa su renuncia al papado el 11 de febrero de 2013. Fue el primer papa en abandonar por "falta de fuerzas" y sin que esta dimisión fuera forzosa. Y este sábado el Vaticano ha confirmado que ha fallecido a los 95 años, como segundo papa más longevo de la historia de la Iglesia católica.
Como líder de la máxima institución religiosa, el pontífice alemán siguió los pasos de su predecesor y marcó una línea conservadora dentro del núcleo duro del Vaticano. Fue inflexible con el derecho al aborto, el uso del preservativo y el matrimonio entre personas del mismo sexo, motivo por el cual tuvo grandes enfrentamientos con dirigentes políticos, entre ellos, José Luis Rodríguez Zapatero. Con el expresidente del Gobierno español se mostró el Papa "incisivo" al hablar de la cuestión, "dentro de la prudencia vaticana", tal y como el propio exmandatario recordó en una entrevista en laSexta en 2017.
Fueron tres las conversaciones que tuvo Zapatero con Benedicto XVI a propósito del matrimonio homosexual, y en una de ellas le contó cómo un católico practicante gay le pidió expresamente que la denominación para esta fórmula fuera la de matrimonio homosexual, para poder tener "como católico" lo mismo que un heterosexual. Benedicto XVI reaccionó "prudentemente" pero "con preocupación". Las tres conversaciones sobre el matrimonio gay fueron por iniciativa del mismo pontífice, para dejar clara su postura contraria. Insistente pero con respeto, el papa Benedicto XVI no consiguió detener aquella ley que salió adelante en 2005 en España.
No obstante, para otros asuntos como la pederastia Benedicto XVI fue más flexible. A pesar de que públicamente condenó los casos de abusos en la Iglesia, una investigación realizada por el arzobispado alemán confirmó que mientras Ratzinger había estado al frente de la archidiócesis de Múnich, entre 1977 y 1982, hubo irregularidades por la gestión de casos de abusos sexuales. En ese tiempo, dos clérigos que prestaban asistencia espiritual cometieron presuntos abusos sin ninguna consecuencia.
Según el informe, la reacción del ahora finado sobre su grado de conocimiento de la situación ya era "poco creíble" y no solo eso sino que, sostienen, no hubo ningún "interés reconocible" por su parte en actuar en esa situación.
El caso del padre Hullermann
Se le culpa, también, por la inacción en el caso del cura Peter Hullermann —inicialmente solo identificado por la inicial de su apellido—, que fue acusado por varios padres de haber abusado de sus hijos. A finales de la década de los 70, Hullermann fue asignado como capellán de la iglesia de St. Andreas en Essen, y años después, comenzaron las denuncias. Una de ellas lo señalaba por haber obligado a un niño de 11 años a practicar sexo oral.
Benedicto XVI permitió que este párroco siguiera ejerciendo a pesar de las acusaciones que se lanzaban contra él. En 1986, el sacerdote fue declarado culpable y condenado por abusar sexualmente de menores y, desde este momento, siguió el baile de reasignaciones. En Garching an der Alz, donde fue enviado un año más tarde y permaneció durante dos décadas, tenía contacto habitual con niños, supervisando a más de un centenar de monaguillos. Fue en este momento cuando su pasado volvió a ver la luz y fue obligado a trasladarse nuevamente, aunque siguió trabajando con menores de edad.
El cura Peter Hullermann siguió trabajando con menores de edad años después de ser condenado por abusos
En 2008, fue enviado a Bad Tölz, y dos años después, el periódico 'Süddeutsche Zeitung' publicó su historia y regresó la polémica. El sacerdote a cargo de la congregación se quejó porque nadie le había puesto en antecedentes, pero la archidiócesis se escudó en que no había prueba alguna de abusos recientes similares "a aquellos por los que fue condenado en 1986". Finalmente, fue suspendido.
En 2010, otro punto de inflexión para Benedicto XVI: una exclusiva publicada por 'The New York Times' desvelaba los abusos por parte de un sacerdote de Wisconsin a cerca de 200 niños sordos. Lawrence Murphy no fue denunciado ni expulsado, en un momento en el que tanto Benedicto XVI como Tarcisio Bertone, su 'número dos', estaban al frente de la Congregación para la Doctrina de la Fe.
El 'cuervo' del Vaticano
El mayor escándalo durante el papado de Benedicto XVI fue haber confiado en su mayordomo, Paolo Gabriele, un hombre que trabajó en la sombra y le robó varios documentos que, al final, filtró a la prensa. Lo que luego se conoció como 'caso VatiLeaks' reveló información que implicaba al Vaticano en casos de corrupción. 'El cuervo' de Benedicto, como lo nombró la prensa italiana, aseguró que lo hizo "por amor al Papa y a la Iglesia", pero tras ser detenido por posesión ilegal de documentos reservados de la Santa Sede, acabó condenado a 18 meses de prisión por "robo agravado" de las cartas del Papa.
Estando en la prisión del Vaticano, en diciembre de 2012, el propio Benedicto visitó al que fuera su mayordomo para concederle el indulto. "Esta mañana, el Santo Padre Benedicto XVI visitó a Paolo Gabriele en prisión para confirmar su perdón (...). Esto constituye un gesto paternal hacia una persona con la que el Papa compartió una relación de familiaridad durante muchos años", aseguró el entonces director de la oficina de prensa de la Santa Sede, Federico Lombardi. Tras el perdón, el indulto: Gabriele salió de prisión con la oferta del Papa de "regresar a una serena vida familiar". En 2020, falleció a los 54 años.
Hoy, diez años después de cerrar su ciclo como papa, todos despiden a Benedicto XVI. El Vaticano dice adiós a su penúltimo pontífice, previa despedida del actual. Porque después de pedir a los fieles una oración por su alma, él mismo fue a hacer su última visita a su predecesor.