Los gobiernos de Birmania (Myanmar) y Bangladesh firmaron en Napipyidó un memorando de intenciones que abre el camino para la repatriación de los 622.000 refugiados de la minoría musulmana Rohinyá que han escapado de la violencia en el territorio birmano.
El ministro de Asuntos Exteriores de Bangladesh, Mahmud Ali, y el ministro Kyaw Tint Swe, consejero de la líder birmana Aung San Suu Kyi, rubricaron el "acuerdo sobre el regreso de personas desplazadas del estado Rakáin".
El memorando "contiene la guía general de principios y políticas acordadas para sistemáticamente verificar y recibir a las personas desplazadas del estado Rakáin", explicó la Oficina de la Asesora del Estado birmano en un comunicado.
La nota oficial birmana insiste en calificar la llamada crisis rohinyá como un asunto entre vecinos, Bangladesh y Birmania, que ambos países pueden resolver de forma bilateral, dialogada y amigable. El ministro Ali, que participó en los dos días de reuniones mantenidas en Naipyidó, explicó a la cadena de televisión Somoy que era un primer paso.
Ni las autoridades birmanas ni las bangladeshíes han revelado los pormenores del pacto, como cuándo comenzará la repatriación de los 622.000 refugiados. Birmania se ha mostrado dispuesta a recibirlos tan pronto como sea posible pero antes habrá que identificarlos, determinar su lugar de procedencia y compartir esta información entre ambos países.
La parte birmana quería que el memorando que se firmase en Naipyidó partiera del acuerdo que ambos países establecieron en 1992, también para la repatriación de musulmanes que huían de la violencia en el estado Rakáin, en el oeste de Birmania.
Aquel acuerdo se limitó a reubicar a los refugiados conforme a su lugar de residencia, pero no atendió la nacionalidad de estos, uno de los grandes problemas que sufren los rohinyás en Birmania, cuyas autoridades les consideran en general emigrantes bangladeshíes y les imponen numerosas restricciones, como la de movimiento entre localidades.
El actual éxodo de rohinyás comenzó con las operaciones de represalia de las fuerzas de seguridad birmanas lanzadas tras los ataques, el 25 de agosto, del rebelde Ejército de Salvación Rohinyá de Arakan (ARSA) a una treintena de puestos militares y policiales en Rakáin.
Aunque la violencia ha remitido y la jefa de facto del Gobierno birmano, Aung San Suu Kyi, ha prometido que el regreso de los refugiados será voluntario y seguro, la situación sigue sin ser la más favorable para esta minoría en el estado de Rakáin.
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El gobierno estadounidense consideró ayer que, tras un "análisis cuidadoso y exhaustivo" de los hechos, "está claro" que la violencia y los abusos contra los rohinyás en Rakáin "constituye una limpieza étnica".