Un centenar de personas han sido detenidas en el marco de una ola de violencia registrada en el estado de Ceará, en el noreste de Brasil, donde bandas criminales han protestado contra las estrictas medidas penitenciarias, lo que supone un primer desafío para el nuevo presidente del país, Jair Bolsonaro, que asumió el cargo el pasado 1 de enero.
Al menos 93 disparos contra vehículos, sucursales bancarias y tiendas minoristas se han detectado en la última semana, tal y como ha recogido el portal de noticias G1. El gobernador de Ceará, Camilo Santana, ha culpado a las bandas criminales de los ataques y ha insistido en que estos buscan convencer a las autoridades para que dejen de lado las duras políticas impuestas en los centros de detención y comisarías.
Las autoridades penitenciarias anunciaron que bloquearían las señales de los teléfonos móviles en las prisiones y que tenían intención de separar a los miembros de las pandillas que son encarcelados juntos. Santana ha señalado que dichas declaraciones provocaron un estallido de la violencia en Fortaleza, así como en otras 25 localidades del estado de Ceará.
El nuevo Gobierno de Bolsonaro ha desplegado en la zona a más de 300 efectivos de las fuerzas de seguridad para ayudar a la Policía local a hacer frente a la ola de violencia a lo largo del fin de semana. Las autoridades han alertado de que los centros de detención del estado se encuentran superpoblados dado que albergan a más de 29.000 presos a pesar de que tienen capacidad para unos 14.000 aproximadamente.