Ahora comentarios como los que se han podido escuchar en numerosas ocasiones al presidente de Brasil, Jair Bolsonaro, que incluso llegó a afirmar que para él un hijo gay era como "la muerte", podrían ser castigados con cárcel.
El Tribunal Supremo de Brasil ha decidido que la homofobia debe ser criminalizada en virtud de una ley en vigor hasta que el Congreso cree una ley específica para el asunto.
Ocho de los once jueces del Tribunal Supremo han votado a favor de tratar la homofobia de igual manera que el racismo bajo la ley brasileña, convirtiéndolo en un acto criminal. Una decisión que fue criticada por el presidente del país, Jair Bolsonaro, cuando el mes pasado los jueces dejaron claro que votarían a favor de criminalizar la homofobia.
"La orientación sexual y la identidad de género son esenciales para los seres humanos, para la autodeterminación para decidir su propia vida y buscar la felicidad", ha señalado el juez Gilmar Mendes, según ha indicado el Supremo a través de su cuenta en la red social Twitter.
La homofobia es común en Brasil, un país profundamente religioso en el que tanto la Iglesia católica como el movimiento popular evangélico cristiano son fuertemente críticos de los derechos de los homosexuales y la violencia contra las personas LGBT está muy extendida.
La decisión se produce después de que el presidente brasileño, Jair Bolsonaro, un autoproclamado "homófobo orgulloso" que tomó posesión en enero, eliminara las responsabilidades LGBT del Ministerio de Derechos Humanos y declarara que Brasil no debe convertirse en un "paraíso para el turismo gay". Al menos 320 personas LGBT murieron en Brasil en 2018 y se han registrado 126 asesinatos en lo que va de año, según el Grupo Gay da Bahia.
Brasil también es el país más peligroso del mundo para ser transgénero, según el proyecto Trans Murder Monitoring, con al menos 167 personas asesinadas en los 12 meses anteriores a septiembre de 2018.