París ha amanecido este sábado blindada, con controles policiales, más de 7.000 agentes desplegados, dispositivos antidisturbios y camiones blindados. El objetivo: evitar que los antivacunas del grupo autodenominado 'Convoyes de la Libertad' entrasen al centro de la ciudad y se unieran a las protestas contra las restricciones por el coronavirus en los Campos Elíseos.
Sin embargo, algunos antivacunas han conseguido saltarse los controles, lo que ha dado lugar a cargas policiales en París, y ya hay al menos un detenido. Además, los estrictos controles policiales han provocado largos atascos en los principales accesos de la ciudad.
Mientras, el Gobierno pide calma. Con las elecciones a la vuelta de la esquina, el Elíseo ya prepara el fin de las mascarillas en interiores. A partir del 28 de febrero, solo se exigirán para viajar en transporte público, siempre que se tenga el pasaporte de vacunación completo.
Aun así, las marchas continúan. Los manifestantes quieren llegar hasta Bruselas y protestar allí el lunes, inspirados en los bloqueos de Canadá. Allí, el principal puente que les une con Estados Unidos lleva cinco días bloqueado por camioneros que se niegan a vacunarse. Ese puente es una conexión clave para la industria de ambos países, por lo que el primer ministro de Canadá, Justin Trudeau, advierte: "Todas las opciones están sobre la mesa porque esta actividad tiene que terminar". Un juez ya ha dado luz verde al desalojo y defiende que "si es necesario, se puede utilizar la fuerza".
Estas protestas se han reproducido en Canberra, Australia. Frente al Parlamento, cerca de 10.000 personas, según la Policía, rechazaron las vacunas y las restricciones. Fue entonces cuando se desplegó un amplio cordón policial que acabó con, al menos, un detenido.