"Se salvó a sí mismo"

El caso que conmociona a EEUU: provoca un incendio para escapar del zulo donde estuvo secuestrado por su madrastra durante 20 años

Los detalles
Desde los 12 años la victima estaba encerrado en un cubículo de 2 por 3 metros. No veía médicos, ni escuela, ni duchas. Defecaba en periódicos, orinaba por la ventana. Solo salía una hora al día para limpiar la casa o sacar al perro.

Kimberly Sullivan junto a su abogado Jason SpilkaKimberly Sullivan junto a su abogado Jason SpilkaAgencia AP

A los 32 años, y pesando poco más de 30 kilos, un hombre logró huir del encierro donde su madrastra lo había tenido 20 años. Lo consiguió como pudo: prendió fuego a su propia habitación de Waterbury, Connecticut, usando gel desinfectante, papeles viejos y un mechero olvidado en una chaqueta de su padre muerto.

Cuando los bomberos llegaron, vieron un cuerpo desplomado en la cocina. Al cargarlo, uno de ellos pensó que era como si no tuviera nada en los brazos.

En la ambulancia, mientras luchaban por estabilizarlo, el hedor resultaba insoportable. Entonces, con un hilo de voz, pidió disculpas y empezó a contar su historia: tenía nombre, tenía pasado y arrastraba veinte años de horror sobre sus espaldas.

Desde los 12 años vivió encerrado en un cubículo de 2 por 3 metros. No veía médicos, ni escuela, ni duchas. Defecaba en periódicos, orinaba por la ventana. Solo salía una hora al día para limpiar la casa o sacar al perro. Con suerte, un sándwich al día. Aprendió a leer solo, repasando una y otra vez los mismos libros, buscando palabras en un diccionario.

Los vecinos jamás sospecharon que, además de los dos adultos y dos niñas —sus hermanastras, hijas de su padre y su madrastra—, en esa casa habitaba otra persona. El piso de la calle Blake se había transformado en una prisión para el joven, quien no había vuelto a salir desde que cursaba cuarto grado.

Al poco de ser encerrado, trató de escapar a la cocina. El intento fallido hizo que reforzaran aún más la cerradura. Las amenazas violentas lo disuadieron de volver a intentarlo. Se le permitía salir brevemente para tareas domésticas o sacar al perro, apenas un minuto. A veces, cuando su madrastra se ausentaba, su padre le dejaba ver la televisión, pero tras la muerte de éste, su prisión se volvió absoluta.

El día de la fuga

La huida no fue planeada. En una de sus salidas, él tomó una botella de desinfectante y leyó que era inflamable. Con el mechero que había guardado de la chaqueta de su padre, prendió fuego a un montón de papeles. Luego esperó a que las llamas se extendieran antes de pedir auxilio.

Su madrastra abrió la puerta, él corrió escaleras abajo y se desplomó. Según un informe policial, mientras yacía allí, escuchó a su madrastra gritar a otras dos personas que buscaran un destornillador para retirar los cerrojos antes de que llegaran los bomberos. También contó a la policía que su madrastra intentó obligarlo a lavarse la cara para ocultar su estado.

Pero él se negó. "No se levantó a propósito para obligar a los bomberos a intervenir", señala la declaración jurada. Sabía que esa era su única oportunidad de ser rescatado.

Así lo encontró Gabriel Goja, bombero de Waterbury. "Que eligiera esa forma de salvarse es heroico”, dijo y agrego: "Confió en nosotros para salir. Se salvó a sí mismo".

Tras la liberación

Desde el incendio, el hombre permanece en un centro de rehabilitación. Además, según comentan las fuentes de The New York Times, el hombre necesitará rehabilitación física —los documentos judiciales afirman que tiene las rodillas deformadas y desgaste muscular— y una dieta cuidadosamente controlada para evitar el síndrome de realimentación, en el que una súbita inundación de nutrientes puede matar a una persona que está cerca de la inanición. También está recibiendo asesoramiento en salud mental.

La madrastra, en el centro de la investigación

La madrastra del hombre, Kimberly Sullivan, de 57 años, fue procesada a finales del mes pasado en el Tribunal Superior de Waterbury. Está acusada de secuestro, agresión, crueldad, retención ilegal e imprudencia temeraria. La misma podría pasar el resto de su vida en prisión.

Sullivan se declaró no culpable."Está convencida de que no ha hecho nada malo", aseguró su abogado, Ioannis Kaloidis. Kaloidis, por su parte, responsabilizó al padre biológico, Kregg Sullivan, fallecido en enero del año pasado. La madre biológica había renunciado años antes a la patria potestad en favor de Sullivan, con quien estuvo brevemente casada.

El caso ha sacudido a la comunidad de Waterbury y ha generado un debate más amplio sobre cómo pudo permanecer oculto tanto tiempo. Las autoridades siguen investigando si hubo cómplices o fallos sistémicos que permitieron que el encierro se prolongara durante dos décadas.