Leonel, doctor de la asociación 'El Refugio de la niñez', lleva toda la vida cuidando de la infancia en Guatemala, nos cuenta verdaderas historias de terror: "Por orden de la directora fueron encerradas seis adolescentes mujeres en un sanitario de dos metros por un metro, las tuvieron 48 horas encerradas en ese sanitario y durante 48 horas les negaron el medicamento psiquiátrico y entre cinco mataron a una de las adolescentes, con una bufanda la ahorcaron".
Reconoce que ha puesto muchas denuncias, pero los casos se repiten. "A tres niñas migrantes salvadoreñas una enfermera del centro las quería revisar y les pidió que se quitaran toda su ropa interior y las puso a saltar media hora para ver si les caía algo de sus órganos íntimos", añade.
Por eso, desde 2008 dirige una asociación impulsada por la sociedad civil; intenta cubrir las grandes lagunas de las instituciones. Tiene tres hogares para menores en Guatemala.
María vive en uno de ellos, tiene 15 años, es salvadoreña. "Mi mamá murió cuando yo tenia nueve años, la mataron, de 15 a 25 balazos le pegaron. Llevo sola desde ese tiempo", explica.
Se fue a vivir con sus tíos y ahí empezaron los problemas, ocho hombres nos cuenta, abusaron de ella. Buscó refugio en las maras pero al final decidió escapar, aquí ha encontrado un hogar."Me han enseñado que es que yo sí valgo la pena, me han enseñado que soy una persona muy valiosa", añade María.
Porque son menores con muchos problemas, que traen la violencia demasiado arraigada en sus cuerpos y en su mente.
"No pueden manifestar su dolor, entonces necesitan exteriorizarlo físicamente de otra manera, entonces en lugar de agredir a alguien más se agreden a ellos mismos", asegura Kimberly Molina, pediatra en 'Médicos del Mundo'.
Lo que nos ha llamado la atención cuando hemos entrado a los baños, es que en ninguno de ellos hay espejo, pero es que no hay espejo en ningún lugar de la casa salvo en una oficina que está cerrada bajo llave por la administración por miedo a que estas chicas se autolesionen.
Podrían romperlo y utilizarlo como un arma. Michelle lo sabe bien, es una de las veteranas a la que las compañeras le piden consejo.
"Me dicen ¿Michelle que hago? Tengo ganas de agredirme, ¿qué puedo hacer?. Pero muchas se han dado cuenta con el tiempo que han estado aquí que eso no les lleva a nada más que a tener un montón de cicatrices y un montón de recuerdos mucho más feos todavía", cuenta.
Ella también ha pasado por todo eso, cuando tenía seis años su madre emigró a Estados Unidos, a punto de cumplir los 18 no la ha vuelto a ver. "Era una niña, yo la recordaba muy alta, muy amorosa, muy bonita", relata.
Sola intentó llegar a Estados Unidos, pero la capturaron. Como ella, cerca de 30.000 menores no acompañados son deportados cada año desde México. Nadie sabe la cifra de los que lo intentaron.