Los sorprenden en carreteras, los rodean, y los suben a autobuses y furgonetas para, dicen, ayudarlos a avanzar. "Vamos a subir a los niños y a las mujeres en los autobuses para que sigan su camino", dice un Policía Federal de México.
El Gobierno mexicano de López Obrador les prometió protección, un trato más humano y visas humanitarias de hasta un año para acceder a empleos y poder viajar legalmente a Estados Unidos. Pero la promesa duró poco.
Tras las presiones de Trump, a mediados de marzo Migración ordenó suspender los trámites migratorios. A muchos, la noticia los pilló de camino. Ahora chocan con un muro antes de lo previsto. "Miren lo que hizo migración; nos prometieron documentos legales", dice un migrante.
Un bloqueo burocrático que ha convertido a Tapachula, ciudad levantada por migrantes en una olla a presión. Muchos intentan huir, para no ser llevados, aseguran, a centros para migrantes.
En Tapachula, casi 6000 migrantes están en un limbo, según datos del Instituto Nacional de Migración. Activistas de derechos humanos hablan de hasta 50.000 personas. Y cada día, calculan, llegan alrededor de 300 en busca del sueño americano.