Cerca de 800 personas han muerto como consecuencia del reguero de destrucción que dejó a su paso el ciclón 'Idai', que ha anegado buena parte de Mozambique y ha provocado también inundaciones y deslaves en los vecinos Zimbabue y Malaui. Sin embargo, tanto la ONU como las ONG advierten de que el alcance real del desastre aún no está claro y el balance podría ser mucho peor.
"Una semana después del ciclón estamos empezando a captar el alcance y la complejidad de los retos a los que se enfrentan los gobiernos y los pueblos de estos tres países", ha subrayado este viernes el director del departamento de Operaciones y Emergencias de la Organización Internacional para las Migraciones (OIM), Mohammed Abdiker.
Mozambique ha sido el país más afectado. Fue aquí donde el ciclón, con vientos de hasta 170 kilómetros por hora, tocó tierra. Su presidente, Filipe Nyusi, ya ha dicho que el balance de muertos se situará en torno a los 1.000.
No hay electricidad y el acceso a agua potable es un reto, lo que genera un riesgo de enfermedades, como el cólera o la malaria. De hecho, ya se han confirmado los primeros casos de cólera.
"La situación en el terreno sigue siendo crítica. No hay electricidad ni agua potable. Cientos de miles de niños necesitan ayuda de forma inmediata", ha advertido la directora ejecutiva del Fondo de la ONU para la Infancia (UNICEF), Henrieta Fore, que llegó el jueves por la noche a Maputo y este viernes a visitado a los afectados en Beira. "La prioridad ahora es darles cobijo, comida, agua, educación y protección", ha subrayado.