Chile ha rechazado la que habría sido una de las constituciones más progresistas del mundo. Un aplastante 61,8% de los votantes ha rechazado reemplazar su texto de 1980 por una nueva Carta Magna.
Los analistas tienen claro que detrás de esta decisión han influido una serie de puntos clave. El primero de ellos es la politización, y es que sienten que la mayoría de los chilenos han visto esta votación más como un plebiscito que como un referéndum.
"Lo han considerado como una forma de canalizar y mostrar su descontento con el gobierno de Boric", explica Beatriz Valero, colaboradora de 'El orden mundial'.
Por otro lado, también ha influido la falta de diálogo. Los detractores consideran que el texto se ha redactado desde un solo punto de vista, el de la izquierda.
Otro punto que ha podido hacer que se decanten por el 'no' es que la nueva Constitución reconocía la plurinacionalidad del país, un aspecto que no gusta ni a los votantes de derechas ni a los de centro. "Esa opinión generalizada de que al reconocer los derechos de todas esas naciones indígenas se estaría dividiendo el propio estado chileno", indica Beatriz.
Por último, algunos chilenos argumentaban que entendían que este nuevo texto supondría la refundación del país al recoger aspectos prácticamente únicos como la igualdad, la protección de la naturaleza o los derechos sociales.
"Son aspectos muy reaccionarios. Pretendía contrarrestar esa Constitución de 1980", opina la colaboradora de 'El orden mundial'. Demasiados cambios para una sociedad que se seguirá rigiendo por una Carta Magna de la época del dictador Pinochet.