El ascenso de la ultraderecha en Alemania ha alcanzado un punto culminante con la victoria de Alternativa por Alemania (Afd) en Turingia. Por primera vez desde el final de la Segunda Guerra Mundial, un partido de extrema derecha ha logrado convertirse en la fuerza política más votada en un estado alemán. El hombre detrás de este triunfo es Björn Höcke, un líder polémico que ha sabido canalizar el descontento de una parte importante de la población del este del país.
A pesar de su éxito electoral, Höcke enfrenta la realidad de un cordón sanitario que sigue siendo sagrado en Alemania. Este acuerdo tácito entre los partidos políticos impide a AfD formar parte del gobierno, a pesar de su victoria en las urnas. Sin embargo, el impacto de este triunfo es innegable y ha sacudido los cimientos de la política alemana.
Björn Höcke no ha ocultado sus inclinaciones ideológicas. En sus mítines, ha llegado a repetir frases con reminiscencias nazis, como el lema de las SS "Todo por Alemania", lo que ha generado una oleada de críticas. En su primera entrevista tras la victoria, Höcke se mostró visiblemente molesto cuando se mencionó la clasificación de AfD como un partido de extrema derecha.
El periodista aseguró que "son categorizados como de extrema derecha" y Björn Höcke contestó: "Por favor, deje de estigmatizarme. Somos el partido número uno en Turingia. No querrá categorizar a un tercio de los votantes de Turingia como de extrema derecha."
Este ha sido un elemento clave en la estrategia de Höcke: presentarse no solo como un partido de protesta, sino como una alternativa legítima y respetable. En particular, AfD ha logrado captar el voto de los ciudadanos del este de Alemania, una región donde el partido ha experimentado un crecimiento notable. Según Héctor Sánchez, investigador de CIDOB, "los ciudadanos del este no han recuperado el poder adquisitivo que tenían antes. Se sienten ciudadanos de segunda. No representados por las élites."
El discurso de AfD, centrado en una retórica anti islam y antiinmigración, ha resonado fuertemente en esta región, a pesar de que allí hay muchos menos extranjeros que en otras partes de Alemania. Ruth Ferrero, profesora de Ciencias Políticas en la Universidad Complutense de Madrid, señala que "el problema no es la cantidad, sino la falta de integración." Episodios como el atentado de Solingen han servido para alimentar este discurso y reforzar una tendencia que, según Ferrero, "ya estaba marcada desde 2018. Partido próximo a los nazis, increíble que pase en Alemania."
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El triunfo de Höcke en Turingia es especialmente simbólico. Este estado fue el primero en ser gobernado por los nazis en 1930, y ahora, casi un siglo después, ve el resurgir de una fuerza política que muchos consideran una amenaza para la democracia en Alemania.