Un joven israelí muestra en las redes sociales, orgulloso, el saqueo de un camión de ayuda humanitariarumbo a Gaza. Mientras él habla, sus acólitos lo machacan todo: harina, arroz, legumbres terminan en el suelo. Pero los soldados israelíes no actúan y solo miran de lejos el panorama. Y es que solo en la Cisjordania ocupada hay más de 700.000 colonos radicales, que además están armados por el Estado judío.
Otras imágenes que hablan por sí solas: colonos israelíes celebrando "su hazaña" bailando sobre el camión, mientras, de nuevo, militares judíos no hacen nada. Algunos por ideología pero otras también por miedo porque los atacantes son colonos radicales entroncados en el Gobierno del primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu. Así lo confirma Daniel Roselló, de la Cruz Roja: "Netanyahu ha rearmado a esta gente incluso con rifles de asalto".
Tras el cierre de Rafah, las organizaciones solidarias buscaron soluciones porque desde principios de mayo apenas han conseguido cruzar 30 camiones por Kerem Shalom. "Hemos abierto la línea de Cisjordania, por eso, los ataques son aquí", denuncia Roselló.
Y por eso, los últimos ataques, los más brutales, han ocurrido precisamente cerca de Ramallah o Hebrón. Los camiones acaban directamente en llamas y sus conductores, apaleados y heridos en el suelo. Sin embargo y desde la organización Standing Together aseguran que estos ataques no reflejan el clima de cambio que se vive, a su juicio en Israel, lo reflejan, dicen, las encuestas: 52% a favor y 48% en contra de la guerra, cuando antes eran del 80% y 20%, respectivamente.
Una sensación que comparten tanto israelíes de izquierda como palestinos. Mohamed Odeh, médico retirado de Cisjordania, cuenta que "las mujeres llevaban un paquete de harina para la gente". También están las manifestaciones en contra de la guerra, que muchas veces esos mismos colonos han boicoteado.
Asimismo, hay una última iniciativa, que consiste en acompañar a los convoyes de ayuda humanitaria que atraviesan Cisjordania para evitar la violencia. Saben que para parar la guerra hace falta una respuesta firme de la Corte Internacional de Justicia, pero también que la sociedad israelí diga claro que no a la guerra.