El pulmón del planeta, convirtiéndose en cenizas, y en el origen está la mano del hombre. Ganaderos y agricultores, brasileños sobre todo, talan primero y queman después. Con la connivencia de un Gobierno que ahora les permite utilizar el fuego para crear sus explotaciones de ganado y cultivos de soja.
Son los mismos ruralistas que ayudaron a Bolsonaro a llegar al poder. Él que hizo campaña por la explotación del Amazonas. "Queremos explotar racionalmente nuestro Amazonas. Brasil es un país rico", decía en campaña.
El fuego se ha extendido mucho más allá de Brasil. Arrasa también Bolivia, Perú y Paraguay, pero esto es una emergencia que nos afecta a todos: "Ahora comprobamos que la Amazonia ha reducido en un 50% su capacidad para absorber CO2", explica Katrin Fleischer, investigadora de la Universidad Técnica de Múnich.
Y cuanto menos dióxido de carbono absorban, peor será nuestro aire y más intensos serán en todo el mundo los estragos del cambio climático. Por algo se dice que es el pulmón del planeta. "Los bosques junto con los océanos son los grandes reguladores del clima. Juegan un papel fundamental en el ciclo del agua a nivel mundial", explica Miguel Ángel Soto, de la campaña de Bosques de Greenpeace España.
De hecho, la región atesora casi el 20% de las reservas de agua dulce de la Tierra, agotándose cada vez más con la sequía. Mar Asunción, responsable del Programa Clima y Energía de WWF, asegura que "a nivel local se están perdiendo muchísimas especies, animales, vegetales y los medios de vida de las comunidades que viven allí y sobre todo de los pueblos indígenas".
Tres millones de indígenas viven en estas tierras. 420 tribus que tienen las cicatrices de la deforestación marcadas a fuego.