El agente de Policía de Chicago Jason Van Dyke fue sentenciado a seis años y nueves meses de prisión por el asesinato del adolescente afroamericano Laquan McDonald en 2014, un caso que disparó protestas nacionales por abuso de autoridad.
El policía de 40 años se enfrentaba a dos cargos de homicidio en segundo grado, 16 cargos de agresión agravada, uno por cada dispar, y uno de mala conducta, por haber disparado 16 veces contra el joven de 17 años McDonald la noche del 20 de octubre de 2014.
Tras esta sentencia, el agente de 40 años se convierte en el primer oficial de la Policía de Chicago que recibe condena por cargos de homicidio desde 1980. El magistrado del Condado de Cook Vincent Gaughan decidió que la sentencia corresponda a los cargos de homicidio de segundo grado y no por los de agresión agravada, los cuales le hubieran supuesto muchos más años en prisión.
"Sé que habrá mucha gente descontenta con esta sentencia", dijo Gaughan, tras anunciar la pena de 81 meses, y dos años de libertad condicional, que, en su opinión, fue el resultado del "sentido común". Con buena conducta, se estima que Van Dyke podría quedar libre en poco más de tres años.
"Debí considerar qué era más serio: El hecho de que Laquan McDonald fuera tiroteado repetidas veces o de que hubiera sido asesinado", expresó el magistrado, al término de una audiencia de casi nueve horas.
El fiscal especial Joseph McHahon, que había solicitado una sentencia de entre 18 y 20 años de prisión, señaló en su argumentación final que el proceso había sido "devastador para la familia de Laquan McDonald, para la comunidad, el país y la familia de Van Dyke".
Van Dyke, en una breve declaración al juez, dijo que "nadie quiere tomar la vida de nadie, ni siquiera en defensa propia". "Como hombre temeroso de Dios y como padre, tendré que vivir con esto por el resto de mi vida", agregó, en voz baja y de pie frente al magistrado, su esposa e hijas.
Van Dyke pareció no entender el resultado de la sentencia y no reaccionó de inmediato tras la lectura, hasta que fue felicitado por uno de sus abogados. El oficial había sido declarado culpable en octubre del año pasado de homicidio en segundo grado y de 16 cargos de agresión grave, uno por cada bala que le disparó al adolescente.
El incidente ocurrió en el vecindario de Archer Heights, en el suroeste de Chicago, donde el joven había estado robando radios de camiones estacionados, armado con un pequeño cuchillo. Luego se comprobó que McDonald, que no acató las órdenes policiales de arrojar la navaja al suelo, estaba drogado.
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Van Dyke fue uno de los últimos oficiales en llegar al lugar y casi de inmediato disparó su arma de fuego contra McDonald, y no una pistola eléctrica Taser como se le había solicitado.