Un tribunal alemán ha condenado este martes a dos años de libertad condicional a Irmgard Furchner, una nonagenaria taquígrafa y mecanógrafa del campo de concentración nazi de Stutthof, en territorio polaco, al declararla culpable de complicidad en el asesinato de más de 11.000 personas - entre los que había prisioneros de guerra y judíos - durante los años comprendidos entre 1943 y 1945, según recoge Reuters.
Tras 40 días de juicio, el tribunal de distrito de la ciudad septentrional de Itzehoe ha impuesto a Furchner una condena condicional de dos años en virtud de la ley de menores debido a que sólo tenía 18 años en el momento de los crímenes, mientras que la defensa había solicitado su absolución. La fiscalía expresó su convencimiento de que con su trabajo de oficina, contribuyó a garantizar el funcionamiento del campo y que con su labor voluntariosa constituyó un importante apoyo para el comandante del campo y sus ayudantes.
En unos 14 meses, los expedientes del juicio se engrosaron hasta alcanzar unas 3.600 páginas, a las que se suman una memoria USB con unos dos mil actas de interrogatorio. Catorce testigos prestaron declaraciones, ocho de ellos supervivientes del campo de concentración de Stutthof. El juicio, cuyo inicio tuvo que posponerse después de que la acusada se diera a la fuga. Fue capturada horas después de no presentarse ante el tribunal. Al parecer, la mujer ya había anunciado a principios de septiembre en una carta escrita a mano y dirigida al tribunal su intención de no comparecer debido a su avanzada edad y "limitaciones físicas" con la petición de ser representada por su abogado, según informa el diario 'Die Welt'. "Quiero ahorrarme esta vergüenza y no convertirme en objeto de burla para la humanidad", agregó en su misiva.
Si bien, el juez que presidía la sala, Dominik Groß, respondió a su carta y le advirtió de las implicaciones de no asistir al juicio, que tuvo que ser aplazado al 19 de octubre. Furchner ya había declarado dos veces entonces como testigo, en 1954 y 1962, acerca de su papel en el campo de concentración de Stutthof. En 1954 declaró que toda la correspondencia con la oficina central de las SS había pasado por sus manos y que el comandante del campo, Paul-Werner Hoppe, le dictaba diariamente escritos y mensajes de radio. En su momento aseguró, no obstante, que durante su servicio en el campo nunca había sido consciente de la maquinaria asesina de la que fueron víctimas decenas de miles de personas. "Con 18 o 19 años no hice nada por lo que tenga que asumir responsabilidad con 96 años", señaló en su carta al tribunal.
El juicio arrancó finalmente el 19 de octubre del año pasado. Entre marzo y abril quedó interrumpido por enfermedad de la acusada y tanto los supervivientes como sus abogados temían que la nonagenaria no regresara más al tribunal; no obstante, se recuperó y el proceso, el primero de este tipo contra un empleado civil, se pudo retomar el 26 de abril.
En el campo de concentración de Stutthof, próximo a Gdansk, murieron durante la II Guerra Mundial alrededor de 65.000 prisioneros, entre ellos muchos judíos, principalmente por debilitamiento y enfermedad. Al menos 200 prisioneros fueron asesinados con ciclón B en la cámara de gas y en el interior de un vagón de tren clausurado y otros 30 de un disparo en la nuca en un lugar secreto ubicado en el crematorio.