El líder de Corea del Norte, Kim Jong-Un, ha celebrado el 70 aniversario del fin de la Guerra de Corea, en Pionyang, con una sonrisa permanente porque no hay nada que le guste más quemostrar al mundo de lo que es capaz. Y en este caso, Yong-un tenía a dos espectadores tan influyentes en la esfera global como es el ministro de Defensa ruso, Serguéi Shoigú, y toda una delegación del partido comunista chino.
Unos invitados con los que se le ha visto muy cómplice, una puesta en escena propia de las mejores superproducciones. Estaba todo medido, con los detalles cuidados y un Kim Jong-Un supervisando con prismáticos que nada fallara. Era el día y ha aprovechado el 70 aniversario del fin de la guerra de Corea, de paso, para exhibir su armamento nuclear más sofisticado.
Estas armas armas van desde sus misiles balísticos intercontinentales de largo alcance, uno aún en fase de pruebas; drones de combate; y submarinos Haeil, capaces de crear tsunamis radiactivos, de los que tanto hablaba pero nunca habíamos visto hasta ahora. Un desfile en el que además ha sacado pecho también de su enorme ejército, a los que muestra como auténticos superhombres a la altura, casi, de su potencial nuclear.
Kim presidió el acto celebrado el jueves con Shoigú situado a su derecha y Li Hongzhong, miembro del Politburó del Partido Comunista de China (PCCh), a su izquierda en el palco instalado en la céntrica plaza Kim Il-sung de Pionyang frente al Gran Palacio de Estudios del Pueblo.
Escenificación de un mundo polarizado
Durante el evento, los saludos militares y rostros solemnes se alternaron en la tribuna con risas y gestos cómplices entre los tres -según mostraron las imágenes publicadas este viernes por la agencia KCNA y la cadena de televisión estatal KCTV- mientras desfilaban hileras de tropas, blindados o proyectiles de todo tipo.
La imagen que ha resultado del desfile del jueves, y en general la que deja la presencia de las delegaciones que han liderado Shoigú y Li, es una de camaradería entre Pionyang, Moscú y Pekín en un momento marcadopor la creciente polarización en el marco de la guerra de Ucrania y también en el noreste de Asia, donde a su vez Washington busca hacer piña con Seúl y Tokio con creciente insistencia.
También es importante destacar que nunca comitivas chinas o rusas invitadas por Pionyang a una de estas paradas militares habían visto desfilar tanto armamento norcoreano con capacidad nuclear potencial. Esto supone una muestra, inédita hasta ahora, del beneplácito de Moscú y Pekín -que se niegan a estas alturas a sancionar al régimen norcoreano por sus pruebas de armas- para con el desarrollo de armas de destrucción masiva por parte de Kim Jong-un.
Y así, mientras Occidente sigue acusando a Pionyang de suministrar recursos militares en secreto y de manera ilegal a Moscú, el líder norcoreano optó a su vez por reunirse con Shoigú una segunda vez el jueves para hablar de la necesidad de "un mayor desarrollo de la colaboración y cooperación estratégica y táctica entre los dos países en el campo de la defensa y la seguridad", según KCNA.
El ministro de Defensa ruso aprovechó por su parte una conferencia celebrada también el jueves en Pionyang para transmitir un mensaje del presidente Vladimir Putin elogiando "el apoyo inquebrantable de la República Popular Democrática de Corea (nombre oficial del país) para con la operación militar especial (de Rusia)" en Ucrania.
Corea del Norte ha sido uno de los escasos países que ha subrayado públicamente su apoyo a la invasión de Ucrania por parte de Rusiay esta semana Moscú le ha devuelto la palmada en la espalda.