Apartamentos más pequeños que una celda de cárcel o espacios para dormir que se asemejan más a un ataúd que una habitación se perfilan como las nuevas alternativas de acceso a una vivienda en Hong Kong, en la cima de las ciudades con el suelo residencial más caro del mundo.
A mediados del pasado mes de octubre, el promotor inmobiliario Emperor International Holdings registraba en el departamento de Construcción de Hong Kong su último proyecto: la reconversión de un edificio comercial de 21 pisos en un inmueble residencial con apartamentos de 5,7 metros cuadrados de tamaño por unidad.
Cada apartamento, más pequeño que el área asignada a un recluta en una cárcel en Hong Kong, contará con cocina y cuarto de baño. En total, 64 casas de este calibre que se prevén construir en un acomodado barrio residencial y que vuelve a romper otro récord inmobiliario de la isla, el de la vivienda más diminuta del mercado.
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La tendencia de esta ciudad, con barrios que ostentan récords de ser los más poblados del mundo y otros con el precio del suelo más caro del globo, transcurre ahora a través de fórmulas para seguir congestionando el espacio urbano rascando centímetro a centímetro. Y es que el precio de la vivienda en Hong Kong ha vuelto a enderezar su línea ascendente después de una leve curva en el mercado a comienzos de año que daba falsas esperanzas a un mercado que no muestra signos de ser castigado, con miles de compradores dispuestos a intercambiar sus ahorros y salarios por ladrillo.