Donald Trump juega en casa y elige Miami para volver a bloquear las relaciones de Estados Unidos con Cuba. "Con efecto inmediato, cancelo el pacto unilateral con Cuba de la última Administración", anunció el magnate republicano, refiriéndose al mandato de Obama. Entre aplausos, Trump exige garantías democráticas para renegociar el acuerdo: "No vamos a levantar las sanciones al régimen cubano hasta que todos los prisiones políticos sean liberados, se respete la libertad de reunión y expresión".
De momento, habrá restricciones para los viajes de ciudadanos estadounidenses a la isla. Las empresas norteamericanas tampoco podrán hacer negocios con compañías cubanas controladas por el Ejército. Desde Cuba, la respuesta no se ha hecho esperar: quieren seguir con el deshielo pero sin presiones.
"No debe esperarse que para ello Cuba realice concesiones inherentes a su soberanía e independencia ni acepte condicionamientos", leía en un comunicado el presentador cubano Rafael Serrano. La embajada de EEUU seguirá, sin embargo, en la isla, pero ya no se mostrará a favor del desbloqueo.
En Cuba temen volver a la guerra fría. "Dice que quiere lo mejor para el pueblo cubano recrudeciendo el bloqueo", cuenta uno de los habitantes de la isla. En 2016, más de 600.000 estadounidenses han visitado Cuba, y el nuevo giro de Trump podría poner en peligro el motor económico de la isla: el turismo.