Una alerta a la Policía: alguien ha visto a través de la ventana de un hotel de Arizona a un hombre con un arma. Ese aviso acaba en una impactante escena.
El supuesto sospechoso, Daniel Shaver, de rodillas frente a seis agentes de policía armados. Es entonces cuando el agente Philip, con un tono nervioso y gritando, le obliga a levantar las manos.
Daniel cumple con cada mandato mientras suplica por su vida. El agente le ordena que se acerque a gatas; cuando Daniel había avanzado unos metros, llevó su mano derecha al pantalón para subirlo. El agente disparó entonces cinco balas a bocajarro acabando con su vida.
El policía sostiene que Daniel iba a sacar una pistola, los peritos en cambio señalaron en el juicio que sólo quería subirse los pantalones porque iba desarmado.
Pero no sirvió de mucho, el jurado absolvió al agente. El policía fue expulsado del cuerpo dos meses después de matar a Daniel por sus continuas violaciones de las reglas internas. Un caso más de polémica policial en Estados Unidos.
Daniel estaba en esa habitación de hotel con su mujer, que no encuentra consuelo. El arma que avistaron los testigos era en realidad una simple pistola de bolas de pesticida, su herramienta de trabajo.